"Por una de las calles principales, donde había un gran supermercado, ahora existe un profundo agujero. Cerca, los cadáveres eran ayer recolectados con palas mecánicas. Siguen estando por todas partes. Intentar ignorarlos es en vano. Si no se los quiere ver, se desvía los ojos cuando se los adivina, pero el olor es imposible de evitar a pesar de los pañuelos con los que todos andamos. Para evitar que pronto se conviertan en una fuente de enfermedad, ya se crearon dos gigantescas fosas comunes. Ahí, van a parar sin nombres, ni fotos ni lágrimas los habitantes de Haití".
Nota: Extracto de la crónica "Rescates desesperados y furia entre los escombros", publicada hoy en Clarín.
sábado, 16 de enero de 2010
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1 comentario:
Realmente terrible. A veces parece que las cosas estan predestinadas. No se sabe que pensar.
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