lunes, 29 de septiembre de 2008

Llanto sin remedio

“… ya no lloraba, pero sus ojos nunca más volverán a estar secos, que ése es el llanto que no tiene remedio, aquel fuego continuo que quema las lágrimas antes de que ellas puedan brotar y rodar por las mejillas”.

Nota: del libro El Evangelio según Jesucristo, de José Saramago.


sábado, 27 de septiembre de 2008

Infidelidad pactada

“¿Sos MBA?”, pregunta un hombre de traje en un conocido after office. “Sí”, responde ella, sabiendo que él también lo es. No hablan de sus estudios, a pesar de que las siglas, en inglés, son conocidas por su referencia a los postgrados de Administración de Negocios (Master in Business Administration). Hablan, sí, de su condición de “Casados, pero disponibles” (Maried but available, en inglés).

Se trata de un nuevo código que utilizan los infieles en su táctica para conseguir relaciones casuales, que empezó a utilizarse en Estados Unidos, pero de a poco fue difundiéndose en Latinoamérica. Los códigos son tan pactados como las mismísimas infidelidades, una tendencia que crece cada vez más en las parejas.

¿Infidelidad pactada? Sí, pactada: la pareja acuerda que ambos tienen permitido uno que otro desliz amoroso. Y desde allí, dicen, sostienen su relación de amor, pero de libertad al mismo tiempo. A veces el acuerdo es directo y hasta charlado. Otras se mantienen en silencio, pero tanto uno como el otro sabe y acepta las reglas del juego.


Nota: ¿No es genial? La nota completa, aquí.


lunes, 22 de septiembre de 2008

Hoy soy de San Martín

No tengo idea de fútbol. Me aburre ver un partido en la tele. Odio escuchar hablar de fútbol todo el tiempo. Nunca fui a la cancha. Y jamás sería botinera. No sólo porque no tengo los atributos de las modelos y vedettes de turno, sino porque también me aburren los futbolistas que, no sólo no saben ni hablar, sino que su discurso es vacío de contenido. O al menos eso muestran los medios.

Sin embargo, debo confesar, a veces la cancha me da curiosidad. Me da curiosidad vivir tan en vivo y en directo esa pasión que genera en la gente. Ese delirio. Los cantitos guarangos, con ida y vuelta. Las camisetas chivadas y amontonadas en las tribunas, unidas por un incomprensible fanatismo exacerbado que lleva los mismos colores. Sobre todo ahora, que un equipo tucumano está en el ojo de la tormenta.

Entonces le empiezo a prestar más atención a la cosa. Y cuando me preguntan si soy de San Martín, digo que sí, orgullosa. Claro que antes un amigo me tiene que haber contado que golearon a River, sino me quedo en el molde, por las dudas. Algunos dicen que lo mío es cualquiera. Que cómo es eso de que ahora soy de San Martín y toda la bola. Pero yo digo que sí, que soy de San Martín ahora que es noticia. Y qué.

Que soy de San Martín porque es de Tucumán igual que yo. Porque me crié en su complejo deportivo, que quedaba a unas 10 cuadras de mi casa. Porque me chupé todas las colonias de vacaciones en ese lugar. Porque fue ahí que me quebré un hueso cuando me caí del pasamanos. Porque todavía tengo la marca en la tibia izquierda de esa quebradura, que me dejó tres meses toda la pierna enyesada y postrada en una silla de ruedas. ¿Saben lo que eso significa a los 7 años? ¿Saben lo que es rascarse con una aguja de tejer durante tres meses la piel pelada (de piel) y peluda (de pelos)? ¿Saben lo que es bañarse con una bolsa de consorcio atada a la pata, apoyada a su vez en una silla afuera de la bañadera, haciendo malabares con una sola pierna en medio de la ducha?

Pero además, en el complejo San martín tuve mi primer campamento. En su pileta aprendí a nadar. También allí pesqué mis primeras mojarritas con un vaso de plástico. En sus quinchos festejé mis primeros cumpleaños. Fue ahí donde conocí al primer chico que me gustó. En ese lugar presumí por primera vez. Ahí mismo fui a mis primeras fiestas de adolescente, las más famosas del Carnaval tucumano. Y así, puedo seguir horas enumerando.

No sé que va a pasar la semana próxima ni me importa. No sé si los Santos se la van a bancar mucho tiempo en la A. Tampoco quiero imaginar qué pasaría si la mafia tucumana dejara de ser la dirigencia del club. Ni siquiera tengo idea de quiénes son los jugadores, ni quien es el DT, ni nada. Pero hoy, señores, soy hincha de San Martín. Y qué.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Tango feminista

Soy esa mina…
Soy esa mina que patea la ciudad
Siglo XXI me tragué la evolución
Yo quise ser independiente,
Compadrita equivalente
Y aquí estoy sola con mi canto y con mi voz

Soy esa mina guapa para laburar
Soy esa mina para todos ideal
Lloran los chicos llama el jefe
Voy al súper, lleno el chango
Y a la noche me disfrazo en baby doll

Y cuando al fin yo quiero disfrutar
De tus caricias y de tu calor
Me contestás hoy no querida, no doy más
Prende el televisor
Y en la almohada aparece el otro,
que en el oído me chamuya diosa
Y yo que tengo muchas ganas de creerle
duermo a tu lado soñando mañana verle
Voy hacia él radiante en esperanza
que dura menos que una lágrima en secar

Soy esa mina….
Soy esa mina que patea la ciudad
Siglo XXI me tragué la evolución
Del internet voy al cajero
Con maletín al verdulero
Y en el almuerzo llevo un hijo al doctor

Soy esa mina guapa para laburar
Soy esa mina para todos ideal
Voy al aerobic en el bondi
Voy al súper, lleno el chango
Y ni siquiera desconecto el celular

Y cuando quiero un hombre pa’ charlar
que me proteja y me ame de verdad
estoy tan sola que dan ganas de llorar

Voy a parar al diván
Ay Freud tirame alguna solución
que de consuelo a esta desazón
para este mundo cambalache y quilombero
yo solo busco uno que me diga quiero
Y yo maleva que podía todo
Ay siglo XX donde estás te voy a buscar


La letra (con su música) pertenecen a mi tía Adriana, música y actriz. La canción se llama “Esa mina”, pero me gusta el apodo que le puso mi amigo el Zorro, que en toda guitarreada le pide: “Adriana, tocate el tango feminista”. Es, además, uno de los temas que toca y canta junto a unos amigos y compañeros de teatro, en una banda que formaron este año y a la que llamaron “Es lo que hay”. Mezcla de rock, pop, canciones propias y actuación. Un show muy divertido y recomendable. Hoy y el domingo próximo, a las 19, en el Teatro Korinthio, Junín 380.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Cómo quisiera

Tener esta habilidad. Y estar en Münich en este momento, claro.


El Festival de la Cerveza más groso del mundo / Foto: Perfil.com

jueves, 18 de septiembre de 2008

Sueños

Hay un par de sueños que quedaron tan grabados en mi mente que, creo yo, no los voy a olvidar nunca. Tan arraigados están que de vez en cuando los recuerdo. Los nombro. Los cuento como anécdotas graciosas. Y, claro, trato de interpretarlos. ¿Quién no intenta hacerlo con aquellos que por alguna razón no olvidaron al despertar? Van aquí cinco de mis sueños más perturbadores.

Sueño 1 (Tengo 14 años. Es Navidad y acaba de morir mi abuela paterna. La mató la complicación de una operación que se suponía insignificante. Yo no había ido a visitarla al Sanatorio, así que la culpa me deja mal. Tan mal que ni siquiera puedo dormir sola. Termino mudándome con mi colchón al cuarto de mis hermanos):
Entro a una habitación pequeña, muy luminosa, pero sin ventanas ni aberturas. No hay nada más que un trencito de juguete, a pilas, que da vueltas y vueltas sobre una mesa chiquita. Lo observo desde la puerta. Fijo mi vista en el maquinista: un muñequito que sonríe, parecido a los Pin&Pon. El maquinista gira el cuello. Me mira fijo, siempre sonriendo. Descubro con horror que en realidad es mi abuela. Le pido disculpas, una y otra vez. De pronto, sin borrar su sonrisa, levanta una mano y me hace fuck you
.


Sueño 2 (Tengo 16 años, un trauma con mi cuerpo y algunos kilos de más):
Voy a una clínica para adelgazar y el médico me receta una pócima que debo tomar en dos partes, a la tarde y a la noche. El resultado es mágico: voy a convertirme en hombre lobo, saldré a comer gente y al día siguiente seré humana otra vez, pero flaca. Tomo la primera mitad y me arrepiento. Contra reloj, vuelvo desesperada a la clínica para deshacer el efecto de la pócima. El médico ya no está. En cambio, dos amigas de mi infancia (que hoy son médicas), atienden en el mostrador: Abi no tiene idea de cómo ayudarme; Ana (una mina muyyy colgada en la vida real) me receta veneno para ratas. Me doy cuenta que no hay solución, que ya es tarde para arrepentimientos. Decido terminar la pócima, pero encadenada a un poste de luz. Sale la luna. Me transformo. Violento el candado. Vuelo. Salgo en búsqueda de mis presas. Me despierto.

Sueño 3 (Días después del sueño 2. Odio a mi viejo porque no me deja ir a bailar a boliches, ni quedarme a dormir en la casa de amigas, y siempre me va a buscar temprano de las fiestas):
Una noche mientras todos duermen descubro una habitación oculta en mi casa. Entro en penumbras, asustada. Hay un escritorio que, presiento, es de mi papá. Silenciosamente me pongo a revisar carpetas y papeles. Entonces descubro un secreto que esconde mi viejo: es un hombre lobo. Miro por la ventana. Es noche de luna llena. Se me eriza la piel.

Sueño 4 (Hace dos años más o menos. Vivo en Buenos Aires, en la casa de mis abuelos maternos, y no veo las horas de mudarme sola):
La muerte me persigue, pero yo no la veo. Y aunque no la veo sé que vuela alrededor mío y que tengo que evitar que se apoye en mi cabeza porque entonces, sí, estoy muerta. No la veo, pero el resto de la gente sí la ve. Y para evitar ponerme triste, no quieren decirme. Pero yo me doy cuenta. Le pregunto a mi abuela, que también se hace la boluda. Me enojo, le grito, le digo que me ayude y que me señale dónde está la muerte así la esquivo. Mi abuela pasa a ser mi sombra.

Sueño 5 (Hace un año más o menos. Vivo en Buenos Aires, sola, en un monoambiente al que acabo de mudarme. Le tengo fobia a las cucarachas. No puedo ni matarlas. Toda la vida mis viejos acudieron a mi ayuda cada vez que yo pegaba el grito. Hace poco entró una enorrrrrrrrme volando por la ventana de mi departamento del 10º piso. No supe qué hacer. Desde dos metros de distancia le tiré todo el aerosol de veneno, me fui de casa y no volví hasta el día siguiente):
La muerte me persigue otra vez. Es un murciélago primero, al que puedo esquivar. Pero rápidamente se transforma en una gigantesca cucaracha. Corro por todo el departamento a los gritos, pero la hija de puta corre más rápido. Me subo a la cama. Ella también sube. Me alcanza, me alcanza, me alcanza... Entra mi mamá. Con cara de “bah, mirá por lo que gritás” agarra la cucaracha con la mano y la tira al inodoro.


martes, 16 de septiembre de 2008

Habitación 212




El 4 de este mes se realizó en el Tita Merello el VIII Festival Internacional de Cine de Temática Sexual. El primer premio fue para un corto mexicano, de Benjamín Alcántara, llamado Habitación 212. Representa a la habitación de un hotel de paso, donde trabaja una joven prostituta del barrio de La Merced, en DF. Violencia familiar, abusos, marginalidad y un relato que, aunque simple y conocido, conmueve.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Abrazos gratis


Caminé cinco cuadras. Sólo cinco. Domingo. Sola. Con la tristeza de las 6 de la tarde. Ahí estaba: el mundo entero dando vueltas alrededor mío. Y yo, trémula, dando rienda suelta al mundo de adentro mío: el alquiler, las expensas, los regalos de cumpleaños de este mes que son muchos, mi aburrimiento, los que no están, mis casi 30.

Casi por inercia, de cuando en cuando me detenía en el afuera. “No deje de visitar el rincón de las locas”, decía un cartel sobre Defensa casi Estados Unidos. Y hacia las locas fui. Pero en vez de locas había remeras, tejidos, colgantes y afiches que prohibían sacar fotos.

“Café rico, 100% colombiano”, prometía otro cartel, de cartón con letras rojas, que llevaba un joven colombiano, a la vez que colgaba una bandeja grande con termos y vasitos de plástico. “Mama Pacha, desde lo más profundo de la tierra”, decía otro en un puesto de artesanos que vendían todo tipo de colgantes, pulseras y aros de semillas. De fondo, los edificios y la avenida Belgrano.

“Libertad a los 23 presos inquilinos”, reclamaba uno bien grande, en Defensa y pasaje San Lorenzo. El puestito, de la Asamblea de San Telmo, vendía libros de piqueteros, CD con música en homenaje al Che y remeras y postales con insignias revolucionarias. “Cómo sería vivir sin música”, preguntaba uno en medio de un dúo que cantaba folclore con micrófonos y todo sobre la calle de adoquines devenida en peatonal. Al costado, una caja llena de billetes y monedas en pesos, dólares y euros.

De pronto veo a un joven abrazando animadamente a una señora. “¿De dónde es?”, le preguntó. “De Perú”, escuché responder, aunque bien bajito. “¡Bienvenida!”, replicó el joven abrazándola nuevamente. A su lado, una chica hacía lo mismo con un hombre mientras agarraba, también, un cartel: “Abrazos gratis”. Los dos, parados en medio de la calle-peatonal, levantaban los brazos y ofrecían su cuota de servicio, con una sonrisa. Y gratis. No lo dudé. Era lo que necesitaba en la soledad preocupada de un domingo a la tarde: un cachito de cariño.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Subo

Me voy pa' los cerros, alto
A llorar a solas, lejos
A ver si se apuna el dolor
Subo, subo

Los ranchos quedaron atrás
Las nubes muy cerca
Están ya
A ver si se apuna el dolor
Subo, subo

La quena muy triste toco
Y me habla llorando de vos
A ver si se apuna el dolor
Subo, subo


Nota: Una de las vidalas más lindas (y tristes) del "Chivo" Valladares, un increíble compositor, poeta y músico folclórico tucumano, que murió ayer, a sus 90 años. Subo.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Ojalá

Acabo de leer que en México hay una pareja que lleva 82 años de casada. El, Francisco García, tiene 100 años recién cumplidos. Ella, Paulina Calvillo, 98. ¿Cuál es el secreto de que lleven tantos años de matrimonio? “El Señor”, así de simple, según Francisco.

Ojalá que ese “Señor” no se acuerde nunca de mí.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Niña muerta

Estaba sola en su casa cuando comenzó con el trabajo de parto. Fue al baño y parió una nena. Con una tijera que manoteó por ahí cortó el cordón. Guardó a su beba en la mochila y salió camino a un centro asistencial cercano. Cuando llegó, la beba estaba muerta, como ella.

Una historia de terror. De tanto terror como la edad misma de la reciente madre, de 14 años; de tanto terror como la soledad que la aquejó cuando los dolores comenzaron en su casa de Villa Arguello, en La Plata. Dolores de parto. Dolores de llanto. Dolores de no entender. Dolores de no ser, de no existir, de no vivir.

Ahora, dice DyN, tomó intervención la Justicia: un fiscal de la UFI 2 de La Plata que instruyó actuaciones por “averiguación de causales de muerte”. Como si esas causales de muerte no estuvieran claras: una niña sin derechos, excluida, embarazada, parturienta, olvidada, abandonada, y tan o más muerta que su beba.

Nota: Mientras tanto, en Mendoza, personajes que dicen ser Pro-Vida se meten en la habitación del hospital de una niña, de 12 años, violada y embarazada, para convencerla de que no aborte, de que no acabe con una vida. Como si su vida no estuviera en juego. El debate, aquí y aquí.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Nada más para decir

Defensa y Chile, San Telmo.

Salta y Av. Independencia, Constitución.

Almacén en Defensa y Av. Juan de Garay, San Telmo.

El baño de una panchería en Almirante Brown y Brandsen, La Boca.

jueves, 4 de septiembre de 2008

No se qué, pero me gusta

Las calles están llenas de “cosa rara”. De ese “no se qué” que de pronto te sorprende, te estremece, te roba una sonrisa, te asusta, te enciende, te embronca. Los intentos de levante no se quedan afuera. Son así. Inesperados. Te hacen reír, pero a veces dan miedo. Te sonrojan, pero a veces dan bronca. Y suceden en los lugares más insólitos: en la parada del colectivo, en un hospital, en un kiosco, en el banco de en una plaza, mirando una vidriera, fumando cinco minutos en la puerta de un edificio libre de humo...

La primera vez que me pasó en Buenos Aires fue mientras hacía la combinación del subte D al B. En medio del incesante hormigueo se me acercó un hombre, de unos 30 o un poco más. Tez blanca, flequillo lacio peinado al costado y cara de “soy pícaro pero vos no te vas a dar cuenta”. “Hola”, me dijo. Lo miré, no lo reconocí, supuse que no era para mí y volví a lo mío. Repitió el saludo. Lo miré otra vez, con cara de asombro, sin mediar palabra me señalé a modo de pregunta: “¿Me hablás a mí?”. Y aprovechó: “¿Cómo te va?”. Le contesté que bien, pero que me parecía que estaba confundido. “No, no, ¿sos muy linda sabías? ¿Cómo te llamás?”. Entonces entendí.

Primero me dio gracia. Sonreí, le agradecí el cumplido y seguí caminando. Insistió: me siguió por los pasillos del subte, las escaleras, el amontonamiento y demás. Entonces me asusté. Caminé más rápido. Y volvió a insistir una y otra vez: “Tu teléfono, tu nombre, ¿no me decís?”. Hasta que me puse roja de la ira y me frené: “Loco, no te voy a decir ni mi nombre ni mi teléfono ni nada. Estoy apurada”. Más allá de la extraña metodología del tipo, me embronqué porque sabía que me había cruzado en su camino justo cuando a él se le ocurrió probar suerte. Y peor aún, me lo hizo saber. Estaba tirando el anzuelo al azar para ver si alguien picaba. Y yo le había sonreído.

Hace poco hice una nota sobre escuelas de seducción, esas que te aseguran el éxito de la conquista y que ahora están de moda (en Buenos Aires hasta lo más insólito está de moda). Y resulta que una de ellas, pensada exclusivamente para hombres, enseña técnicas de “pesadeo”, para practicar adonde vayan. ¿La consigna? Al menos 20 intentos (insistentes) de levante por semana. Así nomás, al azar, estés donde estés, te crucés con quien te crucés. El ejercicio es para hombres tímidos –dicen- que no pueden, o no se animan, a encarar una mujer.

¿Y el levante? El de verdad, digo. El tímido, pero espontáneo. El langa, pero divertido. El versero, pero convincente. El simple, pero ingenioso. La “cosa rara”, pero que llama la atención. El “no se qué”, pero me gusta.

martes, 2 de septiembre de 2008

Pura coincidencia

Caricaturesco y divertido, pero con un desenlace que de repente pone la piel de gallina. Este corto experimental de Norman McLaren, llamado "Neighbours" (Vecinos), data de 1952, año en el que además ganó el Oscar por mejor animación. Una perfecta representación de la violencia y la guerra, mostrada de forma simple y hasta ridícula, pero no por eso menos perturbadora. Cualquier similitud con la realidad actual es pura coincidencia.