Le cocí cada una de sus vértebras. Derramé savia en sus venas. Susurré, canté y bailé en cada uno de sus brotes. Y ahí quedó, sublime, quieto y ventajoso.
El árbol crece, dicen, pero el mío se mantiene inmóvil. Los espejos rotos danzan esparcidos por la pared, el color de las piedras se ahogan cada noche en tierra blanca y maciza, mientras la lluvia riega sus pétalos, el sol derrapa en sus ramas, y la luz se estremece en sus tallos.
El árbol crece, dicen, pero el mío se mantiene inmóvil, expectante, a la espera del girar de mis llaves en la puerta de entrada.
5 comentarios:
No tenia esa faceta artística...
Esta piola el árbol.
¡¡que árbol mas pintoresco!!! esta muy lindo Lore. besos.
Muy buena la prosa. También el árbol.
Gran obra de arte.
Qué lindo! Vivan las cerámicas, los espejos, el arte... y los árboles.
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