camino de las trincheras
hacia el carnaval
que es donde muere la tristeza".
Estrofa final de "Como flor del campo", de Raúl Carnota.
Antipatía o aversión hacia algo o alguien cuyo mal se desea. Así define la palabra odio el Diccionario de la Real Academia Española. Y es esa sensación la que expresan muchas mujeres argentinas hacia la primera presidenta electa de la historia nacional. Cristina Fernández de Kirchner despierta sentimientos encontrados en el electorado femenino, casi sin término medio.
A Cristina se la critica por muchas cosas. El bótox es una de ellas. Y aun señoras que aceptarían hacerse una cirugía o ven con buenos ojos que la actriz del momento se haga un refreshing consideran inaceptable que una mujer en el sillón de Rivadavia modifique su apariencia. También se suman las joyas, la ropa o las carteras Louis Vuitton. Se duda de su título de abogada. Molesta su tono de voz al estilo “maestra ciruela”. Se dice que es soberbia o déspota. Y la lista sigue. La pregunta es cuántos de estos reproches tienen que ver con que Cristina K es mujer.
“A las mujeres se las mide con la sensibilidad y a los hombres se los mide desde lo racional. Entonces la gente se mete en la vida privada, en cómo se viste, en cómo habla, en si es machona o femenina. A los hombres eso no se les analiza, sino que se los mide por la participación política. Parece que nadie se acuerda cuando Carlos Menem usaba Armani o llevaba una peluquera en el avión”, explica Carmen Colazo, consultora en género y magíster en Sociología. “Es una paradoja irresoluble: quieren una mujer femenina, pero no entienden que lo femenino pueda tener poder.”
Nota: extracto de la nota "Cristina: criticada tú eres entre (casi) todas las mujeres" publicada en el diario Perfil del domingo. Qué críticas más parecidas a los chusmeríos de peluquería.