jueves, 4 de septiembre de 2008

No se qué, pero me gusta

Las calles están llenas de “cosa rara”. De ese “no se qué” que de pronto te sorprende, te estremece, te roba una sonrisa, te asusta, te enciende, te embronca. Los intentos de levante no se quedan afuera. Son así. Inesperados. Te hacen reír, pero a veces dan miedo. Te sonrojan, pero a veces dan bronca. Y suceden en los lugares más insólitos: en la parada del colectivo, en un hospital, en un kiosco, en el banco de en una plaza, mirando una vidriera, fumando cinco minutos en la puerta de un edificio libre de humo...

La primera vez que me pasó en Buenos Aires fue mientras hacía la combinación del subte D al B. En medio del incesante hormigueo se me acercó un hombre, de unos 30 o un poco más. Tez blanca, flequillo lacio peinado al costado y cara de “soy pícaro pero vos no te vas a dar cuenta”. “Hola”, me dijo. Lo miré, no lo reconocí, supuse que no era para mí y volví a lo mío. Repitió el saludo. Lo miré otra vez, con cara de asombro, sin mediar palabra me señalé a modo de pregunta: “¿Me hablás a mí?”. Y aprovechó: “¿Cómo te va?”. Le contesté que bien, pero que me parecía que estaba confundido. “No, no, ¿sos muy linda sabías? ¿Cómo te llamás?”. Entonces entendí.

Primero me dio gracia. Sonreí, le agradecí el cumplido y seguí caminando. Insistió: me siguió por los pasillos del subte, las escaleras, el amontonamiento y demás. Entonces me asusté. Caminé más rápido. Y volvió a insistir una y otra vez: “Tu teléfono, tu nombre, ¿no me decís?”. Hasta que me puse roja de la ira y me frené: “Loco, no te voy a decir ni mi nombre ni mi teléfono ni nada. Estoy apurada”. Más allá de la extraña metodología del tipo, me embronqué porque sabía que me había cruzado en su camino justo cuando a él se le ocurrió probar suerte. Y peor aún, me lo hizo saber. Estaba tirando el anzuelo al azar para ver si alguien picaba. Y yo le había sonreído.

Hace poco hice una nota sobre escuelas de seducción, esas que te aseguran el éxito de la conquista y que ahora están de moda (en Buenos Aires hasta lo más insólito está de moda). Y resulta que una de ellas, pensada exclusivamente para hombres, enseña técnicas de “pesadeo”, para practicar adonde vayan. ¿La consigna? Al menos 20 intentos (insistentes) de levante por semana. Así nomás, al azar, estés donde estés, te crucés con quien te crucés. El ejercicio es para hombres tímidos –dicen- que no pueden, o no se animan, a encarar una mujer.

¿Y el levante? El de verdad, digo. El tímido, pero espontáneo. El langa, pero divertido. El versero, pero convincente. El simple, pero ingenioso. La “cosa rara”, pero que llama la atención. El “no se qué”, pero me gusta.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Qué bajón!! un levante programado!!! ¿vendrán levantes en programs de computación?

el Rafa dijo...

A también me gusta esa “cosa rara”.
Hace poco estaba en el trabajo (caja de un bar) y me llega un mensaje al cel “ que lindo sos, te sentas a tomar algo con nosotras cuando tengas un minuto?” a lo que respondo “jajaja, quien sos?” por que pense era un amigo gastandome una broma “En serio me encanta como te queda esa remera azul y blanca” yo solo uso ropa negra “numero equivocado”. En eso veo que una mesa de pibas que reían y se retaban entre ellas, me acerque y les pregunte si eran ellas. Hace dos semanas que nos “vemos” con la chica del mensaje.
A todo esto el mesaje era para uno mis compañeros que esta de novio y no estaba interesado.

Anónimo dijo...

solamente el pensar en levantar algo... cuando se trata solo de conmoverse ante esa pregunta que no tiene palabras sino gestos espontaneos en uno ,una ilusion , un deseo, tal vez amor,mas alla de las estructuras mas alla de todo escuchar el momento ,esperar,reservarse para ese instante que cuando sucede es unico un destello ,ahi surgen las palabras ,las miradas ,las sonrisas necesarias,tal vez ahi levanta vuelo eso lo magico de encontrar a alguien asi en un instante del camino.....

Lorena Tapia Garzón dijo...

Epaaa Rafa! Tu levante sí que estuvo bueno... Lo mejor: no era un levante programado, esos de los que habla Malena y los que incitan en las escuelas de seducción. Lo importante es que, como dice anónimo, sea "un destello mágico", así, "en un instante del camino".
Besos!

Anónimo dijo...

Hija, un consejo de madre: si el piropo o el levante te gustó, no era programado.

Pedro Noli dijo...

Una vez escuché a uno de los profesores estos de la escuelas de seducción decir que el piropo no funciona más. "Una chica promedio recibe tres piropos por día desde que tiene 15 años. Entonces habrá recibido unos 10.000 al tener 25. No queda nada más por decirles".
Proponía, entonces, cual hombre de vanguardia, un nuevo método de abordaje hacia las mujeres. Dió un ejemplo: en la barra del boliche destrozar un hielo con la boca, delante de la chica a conquistar. La mujer se sorprenderá. Entonces, decirle "ahora que rompimos el hielo, ¿me decís cómo te llamás?".
Yo que nada se del tema opino que este chabón es un terrible nabo. No entiendo cómo se pueden agotarse las palabras para las mujeres.

Pedro Noli dijo...

Rafa sos un groso.

Lorena Tapia Garzón dijo...

Jajaja. ¡Horrrrribleee Pedro! Muy nabo, la verdad. Más nabos aun los que escuchan y aplican estos métodos. Beso!