Nunca fui a la cancha. Pero suelo medir los partidos de fútbol desde mi ventana. Sobre todo cuando juega Boca. Y no porque yo sea (por decir que soy de algún equipo) de Boca, sino porque vivo a pocas cuadras de la bombonera. Por eso, insisto, sé medir los partidos desde mi ventana del 10º piso. A pesar de la altura y la distancia, sé identificar el ánimo que camina por la avenida, el malón, la masa, que acapara todas las paradas de colectivos, todos los taxis, todas las veredas y casi media calzada. Hoy supe que Boca y River habían empatado. Y no por haber visto antes el resultado. El silencio, las expresiones neutras, las caras largas y cansadas eran un claro empate. Y arriesgo más: por el poco entusiasmo sé que, encima, el partido fue aburrido. O sea, el resultado no pasó del 1-1.
2 comentarios:
Qué grande, Lore. Me hiciste recordar un cuento buenísimo de Fontanarrosa, "La observación de los pájaros".
Besos.
Si juega boca vs river,los goles los escuchan hasta los países limitrofes.Besos.
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