miércoles, 30 de diciembre de 2009

Reticencia

“Tener en mis brazos la concreta delgadez de Avellaneda significa abrazar, además de su sonrisa, su mirada, su modo de decir, el repertorio de su ternura, su reticencia a entregarse por completo y las disculpas por su reticencia.”

Fragmento de La Tregua, de Mario Benedetti.

martes, 29 de diciembre de 2009

Puedo encontrar

Hace casi exactamente un año, varios amigos acompañamos a nuestro Hermanito Wayra en su afán por filmar, aunque caseramente, su primer video clip. Anduvimos por el Botánico y algunos bosques y avenidas de Palermo, imágenes que fueron ensambladas con otras de la quebrada de Humahuaca. Y bailamos y cantamos su tema Puedo encontrar. Supongo que bregábamos por la búsqueda de más lindos encuentros en este 2009 que ya se va.

Lo comparto, para que los encuentros de 2010 sean muchos más... y más sabrosos, también.

viernes, 25 de diciembre de 2009

La kora

Si hay algo que me encanta de las guitarreadas hasta altas horas de la madrugada, no es sólo cantar y bailar y festejar, sino esa especie de rejuntada de amigos, y de amigos de amigos, y de amigos de amigos de amigos, y ese conocer, descubrir y compartir como si la cadena de relaciones fuera mucho más estrecha. Anoche, en mi casa, se fue armando esa rejuntada: meta asado, vino, viola, bombo y vientos... Y en una de esas apareció Gabriel, un yanki que hace dos años anda viajando por el continente, junto a su perro flaquísimo y castrado, un amplificador de sonido y su arpa africana, la kora.

Me enamoré de la kora. Y tuve ganas de compartir un poquitín de su encantadora armonía.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Acerca de la lluvia

- Diluvia...
- Uf, y yo tengo que ir a trabajar.
- Qué lástima.
- A la noche capaz sigue lloviendo.
- Ojalá...

***

- ¿Llueve?
- Mmm, no.
- Pero acá llueve a cántaros.
- ...
- ...
- Estoy en la puerta.

***

- Dicen que va a llover.
- ¡Ay!
- Ya se largó.
- Ahí voy.

***

- Hace calor.
- Si abrís la ventana refresca.
- Pero llueve.
- Mejor, que nos llueva.

***

sábado, 19 de diciembre de 2009

Pies áridos

Pies áridos y deshidratados, tan áridos como la tierra marchita y resquebrajada. Qué linda la libertad de la piel rasgada. Y el bailar y bailar, con las plantas desnudas y ajetreadas.



Nota: La foto pertenece a Dan Kitwood de Getty Images, y retrata a un hombre parado en el desierto de Kalahari, en Sudáfrica. La imagen forma parte de una recopilación de las fotos más impactantes de este año, recopiladas por The Boston Globe. El año pasado yo elegí ésta. Para ver todas las de 2009, hacer click aquí.

martes, 15 de diciembre de 2009

Árbol


Le cocí cada una de sus vértebras. Derramé savia en sus venas. Susurré, canté y bailé en cada uno de sus brotes. Y ahí quedó, sublime, quieto y ventajoso.

El árbol crece, dicen, pero el mío se mantiene inmóvil. Los espejos rotos danzan esparcidos por la pared, el color de las piedras se ahogan cada noche en tierra blanca y maciza, mientras la lluvia riega sus pétalos, el sol derrapa en sus ramas, y la luz se estremece en sus tallos.

El árbol crece, dicen, pero el mío se mantiene inmóvil, expectante, a la espera del girar de mis llaves en la puerta de entrada.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Otra joyita de Macri

No hace falta olfatear tanto. A veces la evidencia queda tan obscena e impunemente expuesta que hasta da vergüenza ajena (al margen del miedo y la bronca). Aquí, sólo un extracto de una columna que escribió para La Nación un nuevo ministro de Macri, Abel Posse:

“Los Kirchner lograron demoler el básico esquema constitucional de orden público y de ejercicio de la fuerza exclusiva del Estado para cumplir con la misión esencial de reprimir (que, según la Real Academia, significa "contener, refrenar, templar o moderar".)

Reprimir es obligación del Estado en cuanto "contención en acto del delito inminente". Se enfrenta al delincuente para garantizar la vida del ciudadano con sus libertades (la de circular libremente, por ejemplo) y sus bienes.

Entró, se filtró, o lograron infectar con un virus ideológico la garantía elemental de seguridad. Impusieron la visión trotskoleninista de demoler las instituciones militares y la policía, como vengándose de los años setenta, cuando una minoría se alzó contra el Estado para imponer una revolución socialguevarista, ajena y aislada ante la inmensa mayoría, empezando por el mismo Perón, los sindicatos y los partidos tradicionales. Sin embargo, con persistencia gramsciana, los guerrilleros que rodean a los K -aunque ya estaban generosamente indemnizados por sus derrotas de los 70- lograron afirmar la tarea de demoler a las Fuerzas Armadas, lograr que los policías se sientan más amenazados e inhibidos en la tarea represiva que los delincuentes en su agresión y que la Justicia se ausente en este momento de crisis, sin reaccionar con urgencia ante la criminalidad reincidente y concediendo excarcelaciones a una gran cantidad de menores, incluso en casos de asesinato o uso de armas.”

Este señor es nada más y nada menos que el nuevo Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, designado por Macri y a punto de asumir en su puesto. Este señor también habla en contra de “la recuperación del joven delincuente y la inclusión social”, porque eso no es más que “rehuir la batalla central” por medio de “armas y medios de acción inmediato”.

Vaya señor. Se me puso la piel de gallina.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Tregua

El silencio de ella. La contradicción de él. Los murmullos. La rebeldía. Las comparaciones literarias. El deseo. El desconcierto. La libertad. El ajetreo. La música. Los cuerpos. La cadena. La premura. La timidez. El tosco decir. El simplemente no decir. Y una tregua incomprensible.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Viernes de Rejunte

Este viernes es el último Rejunte del año en el Centro Cultural El Cántaro. Habrá música rioplatense en vivo, show de mimos y clown, una muestra de fotos sobre el zapatismo, sténciles en vivo, y "panchos creativos". La entrada es libre y la salida a la gorra. Están todos invitados.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Caricia

Fuente: EFE

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Me la creí

Dicen que pisar el acelerador es fácil, sobre todo cuando la ruta es recta y sin tráfico. El problema, dicen, es frenar a tiempo en caso de que, de repente, cruce un animal de gran porte. Dicen también que en la ciudad es fácil girar a la derecha, pero que si no hay semáforos se complica dar un volantazo hacia la izquierda. Dicen que si manejás hablando por teléfono o con algunos tragos encima no tenés los mismos reflejos que estando sobrio y atento al camino. Dicen que si andás en moto y no llevás casco, probablemente te rompas la cabeza en caso de tambalear y caer al pavimento. Dicen que en las diagonales, si no las conocés bien, podés perderte. Y que si no vas atento en la autopista podrías tomar la bajada equivocada y andá a encontrar el camino de retorno. Dicen que estacionar es lo más complicado, sobre todo si el espacio libre mide apenas unos centímetros más que tu vehículo. Dicen que las mujeres son un peligro al volante, que los tacheros son fachos y que los bondis se cruzan cuando se les antoja. Dicen que si no tiene cambios, la bici es pesada y las subiditas te matan. Dicen que tenés que comprarte un buen candado para que no te la roben, llevar ojo de gato en la mochila y que la mejor hora para andar es a la noche. Dicen que los guardabarros te protegen la ropa y que el canastito es para ñoños. Dicen que no hay nada más romántico que llevar a una enamorada en el caño de la bici. Dicen que dicen y dicen también que me tengo que comprar una bici ya, que los días están buenísimos para andar y que el verano sin bici no da. Y yo me la creí.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Naturaleza muerta

Las frases de su boca se desparraman como hojas secas. Sus frutos maduros estallan quietos, inertes, como el despertar mismo de sus ojos marchitos. Su rostro pálido cae, como la fertilidad castrada de una mesa plegada. Sus cabellos se expanden al unísono del correr del tiempo arrabalero, impreso en las callejuelas oscuras y carcomidas. En el medio, su cintura se planta en la maceta cristalina, verde y sombreada; mientras las piernas bailan en el viento tenue, sofocante y herido. ¡Ay corazón tintineante! Impúdico, desterrado y aburrido. Como el andar mismo de su naturaleza muerta.

sábado, 31 de octubre de 2009

Morir de amor

Foto: AFP

Los mexicanos tienen un modo muy particular de recordar a sus difuntos en el Día de los Muertos. Satirizan sus modos de morir, festejan y se emborrachan con ellos y hasta les hacen ofrendas en un ritual chévere. Y me encanta. Ojalá a mí también me recuerden así. O mejor, ojalá yo también muera así, como los de la foto.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Como la luciérnaga

- ¿Tú querrías ser así muchacho?
- ¿Así cómo?
- Como la luciérnaga es para la gente... Sin que nadie sepa cómo es, si se está apareciendo o desapareciendo sin que nadie adivine, ¿pero piensas que mientras tanto uno no vive?, vive, tiene historia y todo, como la luciérnaga.

Nota: extracto de La Araña, de Clarice Lispector (gracias Silvi y Majo).

jueves, 22 de octubre de 2009

Escondidas

La muñeca crucificada en la pared
La luz tímida en el salón
La brisa calma en el balcón
Y yo
Jugando a las escondidas con mi voz
Y con vos.

La lluvia de alaridos en mis pies
El cielo opaco en el colchón
Tus lágrimas se funden en el mar
Y yo
Cubriendo mi rostro en esa sal
En tu sal.

El canto de la viola en el zaguán
El luto de tu cara en la sien
El deambular de los suspiros sin querer
Y yo
Jugando a las escondidas con mi voz
Y con vos.

Nota: invento improvisado ayer con mi amigo Lui, mientras su alma buena intentaba ayudarme a cantar afinando... tarea difícil, si las hay.

sábado, 17 de octubre de 2009

Ay siguay sarita


El juramento que hice Celia
A amarte toda la vida Celia
Ay siguay sarita.

Con todo el amor que tengo Celia
Había jurado yo amarte Celia
Ay siguay sarita.

Tu nomás tienes la culpa Celia
Para querer esta vida Celia
Ay siguay sarita.

Andando de brazo en brazo Celia
Cambiando amor por amores Celia
Ay siguay sarita.

Nota: Es uno de los tinkus que escuché toda la tarde desde el 8º piso, mientras laburaba. Abajo, más de 200 comparsas de residentes bolivianos en Buenos Aires veneraron a su patrona, la Virgen de Copacavana. Me dieron ganas de bailar... Ay siguay sarita.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Pasa

¿Qué pasa cuando todo pasa y nada pasa a la vez? Pasa que pasa y sentís que te pasa pero al mismo tiempo parece que se te pasa y mirás cómo pasa frente a tus narices sin que siquiera te vuele el flequillo. Pasa que no pasa si esperás a que pase o le echás demasiada expectativa al pasar. Pasa que pasa, pero para vos no pasa, entonces pasa una dos tres veces y vos no lo viste pasar. Pasa que pasa, pero pensás que pasa como al pasar. Entonces pasa y cuando te das cuenta te pesa que pase sin poder meterle el pie para hacerlo tropezar.

jueves, 8 de octubre de 2009

martes, 6 de octubre de 2009

¡Viva, Negra, viva!

A veces pareciera que gana la injusticia. Y pensamos por qué se van personas como la Negra Sosa, si todavía siguen viviendo (en countries y con privilegios a pesar de estar condenados por la Justicia) genocidas como Antonio Bussi. Por qué la vida se empeña en hacer vivir a quienes no se merecen nunca un grito como el ¡Viva! Ella se lo merecía. Él no, nunca. Como el Nunca más.

Viva Tucumán, Negra querida. Viva Tucumán, menos uno. Menos él. El del country, el del privilegio. Viva usted, por siempre. ¡Viva!


viernes, 2 de octubre de 2009

Metamorfosis

Es difícil indicar con precisión el momento de la metamorfosis. Difícil y cosquilloso. Sólo es perceptible el silencio incierto. El malestar no dicho. La incomodidad implícita. El te veo pero no. El se hace tarde, mejor me voy. Y la nada misma del otro que no retiene ni intenta hacerlo siquiera por no quedar al descubierto. Lo cierto es que un día puede parecer todo placentero y luminoso, y al día siguiente transformarse en un rincón oscuro, calculador y sin deseos. Ni de un lado ni del otro hay impulsos y las emociones se esconden, rozagantes, en la miseria de los cuerpos quietos. Y tal como se apaga una endeble llama de un solo escupitajo, así sucede la metamorfosis, lenta y cobarde, ante la complicidad de quienes se quedaron mirando, pasivos y boquiabiertos.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Mujer

Mira lento. Suspira. Vuelve a mirar. La sensación de tirantés de los finos pliegues de su piel le hace resonar los consejos de su tía. Ya deberías comenzar a usar crema, porque en breve esas pequeñas líneas se comenzarán a notar. Pero se olvida. Siempre se olvida en el momento en que debería acordarse. Se cansa más. Sale de noche y muy pronto se emborracha. Tiene sueño más de la cuenta. Siente la letanía del cuerpo, aunque aún no dio de mamar. Y de pronto los recuerdos se le convierten en nostalgia. Se arrepiente. Mucho más a menudo se arrepiente de lo que no dijo ayer, de lo que dejó pasar aquel día, de aquello que miró con ligereza. Se preocupa con más intensidad. Discute con más euforia. Ya no son tan fáciles las lágrimas. Y se detiene, casi minuciosa, en eso que ahora le cuesta pero que antes conseguía sin preocupación. Casi no recuerda lo que soñó anoche, pero es más apasionada al soñar. El amor pasó, la rejuveneció incansable, la tiró como una lanza, la despabiló, la volvió a dormir. Y de repente siente que su mirada se torna más dura, más tosca, menos angelical. La sonrisa es menos tímida, más locuaz, más espontánea, pero más selectiva. Ya no le teme a la soledad, o sí, pero no se conforma con una blanda compañía. Las mañas le tiñen la frente y las inseguridades ya no la atormentan tanto. Cara lavada, zapatillas de lona, uñas pintadas y cabellos despreocupados. No le importa la cabeza sentada, aunque debería usar valija porque la mochila le hace doler la espalda. Niña para el mundo. Mujer para la raza.


Nota: A mis amigas del barrio, ahora desperdigadas por varios barrios... y sobre todo a la Negra, que hoy cumple 32 años.

martes, 22 de septiembre de 2009

Curiosa sutileza

"No son las paredes, ni el techo, ni el piso lo que individualiza la casa sino esos seres que la viven con sus conversaciones, sus risas, con sus amores y odios; seres que impregnan la casa de algo inmaterial pero profundo, de algo tan material como es la sonrisa en un rostro, aunque sea mediante objetos físicos como alfombras, libros o colores. Pues los cuadros que vemos sobre las paredes, los colores con que han sido pintadas las puertas y las ventanas, el diseño de las alfombras, las flores que encontramos en los cuartos, los discos y libros, aunque objetos materiales (como también pertenecen a la carne los labios y las cejas), son, sin embargo, manifestaciones del alma; ya que el alma no puede manifestarse a nuestros ojos materiales sino por medio de la materia, y eso es una precariedad del alma pero también una curiosa sutileza".


Nota: extracto de "Sobre héroes y tumbas", de Ernesto Sabato.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El 15

La primera vez que gané algo al azar fue cuando tenía 15 años: fui la ganadora de una torta que rifaban los chicos del último año de mi escuela para irse de viaje de egresados. ¿El número de mi rifa? El 15. Lo había elegido porque fue precisamente un día 15 el que me había puesto de noviecita por primera vez. Varios años después, durante una fiesta del día del estudiante, me dieron con la entrada un número, el 15, y gané el premio mayor de una serie de sorteos: un colchón (más insólito que el premio fue llevarlo a casa de mis padres a la madrugada y bajarlo de la camioneta de mi papá frente a unos vecinos que miraban... al menos con mucha curiosidad).

No suelo ser supersticiosa, pero me gusta el 15. Y aunque lo que busco no es precisamente suerte, ni que me ayude el azar, ayer me dieron ganas de darle crédito al 15. Ojalá que sí.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

No se negocian

Hace poco más de 15 años que no voy. Hasta me mudé a la Gran Ciudad, a miles de kilómetros de ella y de su suave aspereza. Pero la rememoro. Basta dar un vistazo por los textos de este blog para darse cuenta cuánto, pero cuánto la rememoro. Andalgalá es el pueblo de mis raíces. De mi apellido. De las comidas árabes de mi abuela que (¿oh casualidad?) murió hace poco más de 15 años. Tanto la rememoro que varios años después descubrí que mi mejor amigo es de Andalgalá, y no lo conocí en Andalgalá. Tanto la rememoro que me visto con sus áridos paisajes, duermo en los eternos viajes en colectivos que parecían carretas, y transpiro esa ruta que no era ruta. Y ahí se instalaron ellas. Las salvajes. A impedir que las rutas no sean rutas, que los colectivos no sean carretas, pero a desmembranar sus ríos, sus aguas, su naturaleza. La vida y el agua, dicen, no se negocian. Pero cuánto negocio hay en medio de la aridez, las no rutas y las carretas.

martes, 8 de septiembre de 2009

Muda

Muda. Dejando que la vida se amontone en cajas, cajones y bolsillos. Pero muda. Rememorando en cada pelusa el plumazo de las idas y las vueltas y las partidas y las quietudes. Muda. Mira el escobazo de la incertidumbre y juega a soportar. Pero muda. Se angustia y coquetea con despertar en la intemperie, en techos de paja que el viento desteje. Muda. De callar, de esconder, de pretender y no decir. Pero muda. De mudar, de buscar las palabras, los espacios, los instantes en soledad. Muda. El secar de las medias en el baño, la tarde lluviosa, la humedad en la alacena, la tibieza de sus pies enredados. Pero muda. Las noches en silencio, el bullicio del viento, la letanía del departamento. Muda. El reflejo de los autos en el cielorraso, los domingos de candombe, la plaza triste en las mañanas, el andar apresurado. Y se muda, de Tucumán a Buenos Aires. De Coghlan a San Telmo. De San Telmo a Boedo.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Satisfacción de la muerte

“El esfuerzo indispensable para suicidarme era superfluo ya que, desaparecida Faustine, ni siquiera podía quedar la anacrónica satisfacción de la muerte”.

Nota: extracto de "La invención de Morel", de Adolfo Bioy Casares

martes, 1 de septiembre de 2009

viernes, 28 de agosto de 2009

Dulzura distante

Me acordé. Y tu dulzura distante. Y voló, voló mi destino. Y duró mi vida un instante.


Otro bello tema de Fernando Cabrera con la bella voz de Ana Prada.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Dolor impaciente

Duele. Como salir a correr después de cinco años de no hacer nada. Como si se desgarraran las pantorrillas, los brazos, los cuádriceps. Duele. Como el abandono, como el despojo de las ilusiones, los proyectos, las mañanas y los rayos del sol atravesando las rendijas de la ventana. Duele. Como la soledad perpleja de unas paredes gastadas, añejadas, olvidadas. Como el vacío otoñal retorciéndose en las vísceras. Duele. Como el silencio dominical, cronometrado, desilusionado. Como el fuerte olor a miseria, a enjambre, a pesadilla. Duele. Como despertar con fiebre, sudor y escalofríos. Como el vulnerable desaire de una madrugada lluviosa y fría. Duele. Pero no salió a correr (aún), ni la abandonaron (supone), ni las paredes se gastaron (todavía), ni el silencio la abruma (lo disfruta), ni tiene fiebre (por suerte). Todavía busca (o prefiere ignorar) el rincón oscuro de ese dolor impaciente.

lunes, 24 de agosto de 2009

Implacable

La nostalgia es linda, a veces. Es como despegar la etiqueta de un viaje nuevo. Como desempolvar la biblioteca del abuelo. Como respirar en un inhóspito paraje. Como unos mates amargos en la letanía de un feriado postergado. La nostalgia es linda, a veces. Es como descubrir fotos amarillentas mientras buscás algo perdido. Como el hervor de un guiso de lentejas un día de mucho frío. Como el perfume de los azahares en una fugaz visita a la casa de tu infancia. La nostalgia es linda, a veces. Es como un beso recóndito y cosquilloso. Como un café en la 25 de Mayo de Tucumán. Como el sonido furioso del viento en un décimo piso. Como releer ese libro que despojó tus sueños a los 15 años. La nostalgia es linda, a veces. Pero, también, implacable.

martes, 18 de agosto de 2009

Lo difícil de las trampas

Nunca es fácil descubrir las trampas. Trampas en los juegos, trampas en la calle, trampas en los límites, trampas en el amor, trampas en la competencia, trampas en la cabeza, trampas en el cambio, trampas en los discursos, trampas en la política, trampas en la amistad, trampas en los vuelos, trampas ocultas, trampas explícitas, trampas en los abrazos, trampas en la desazón, trampas en el zapato...

Más difícil aún: descubrirlas y no poder esquivarlas.

lunes, 17 de agosto de 2009

Agua

¿Llueve? No, no llueve. Pero se escucha clarito: cae agua, mucha agua, como una catarata. Clarito, clarito, a pesar de estar en un 10º piso y de que la ventana dé a una avenida ultra transitada. ¿No serán los autos? No, no son los autos. Es agua, y no viene del cielo, ni hay un camión hidrante, ni nada de eso. Es la fuente del edificio de enfrente. ¿Me estás jodiendo? No, no te estoy jodiendo. Hay una fuente en el patio delantero del edificio de enfrente. Y se escucha clarito: atraviesa el sonido infernal del tránsito, de las bocinas, del embotellamiento, de los autos y hasta de los camiones que van al puerto; sube y sube hasta el 10º piso, entra por mi ventana y se queda ahí, al ladito nomás, en la oreja de uno. ¿Estás fumada? No, no estoy fumada. Pero esa fuente casi casi provoca eso.

sábado, 15 de agosto de 2009

Tanto

Tanto despiste. Tanto de corridas, de ocupaciones, de sinsabores y no tanto. Tanto de noticias, de música, cosquillas y deseos que vienen y se esfuman. Tanto de cuelgue, de enojos, de disfrute, de contracturas. Tanto de compañías y soledades. Tanto de que me mudo y no hice nada. Tanto de silencios y palabras de más. Tanto de agite, de pasiones y de diván. Tanto de fútbol, de Grondona, de Clarín. Tanto de mails, mates, despertador que suena y de no olvidar la ropa en el lavadero ni el homework de inglés. Tanto, pero tanto de rutina, que me olvidé. Actriz de reparto cumplió un año el 11 de agosto. No parece que haya pasado tanto. Y sin embargo hubo tanto que pasó por aquí.

jueves, 13 de agosto de 2009

Pablito

Es alto, grandote, deportista y musculoso. Usa barba de algunos días, rulos despeinados y salvajes y despierta suspiros entre mis amigas. ¡Pero ellas no entienden que las apariencias engañan! Las veces que habremos discutido por lo mismo. Yo roja de la ira tratando de explicarles que aún es un niño, que le cambié los pañales, le preparé la papilla y hasta le enseñé a caminar. No entienden que siempre va a ser mi hermanito.

Se llama Pablito y hoy cumplió 22 añitos.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Tic-tich-tashh

Tic-tich-tashh-trummm-ploinnngg... ¡Uy!, se cayeron las ideas.

Las estoy buscando, sepa disculpar.

sábado, 1 de agosto de 2009

Hojita de albaca

Hojita de albaca, tierra fértil y espigada
frecurita de azahares,
te canto, te bailo, te arrumaco, te amo.

Ay, hojita de albaca
te descubro,
te veo, te huelo,
tu pielcita suave y entalcada.

Ay, frescurita de azahares
el despertar de la Pacha,
vaya ritual, viento y quebrada.

Mi frescurita de azahares
hoy, tu madrina cerca,
siempre, en tu almita lejana
que hacía tanto añoraba.

Nota: dedicado a mi ahijadito, mi huevoncito, Ulises, que finalmente conocí hoy. Mitad tucumano, mitad jujeño y nacido cordobés, lo bautizamos hoy con ofrendas a la Pachamama, en el día en que se celebran los rituales dedicados a ella, la Madre Tierra.

martes, 28 de julio de 2009

Las madres y el celular

Suele ser una de las burlas de mis amigos más cercanos. Es triste, pero asocian el sonido de mi celular a una llamada de mi vieja. Nunca se les ocurre que puede ser un tema de trabajo, un colega, un amigo de la infancia, mucho menos un enamorado. Nono, para ellos el sonido de mi celular es sinónimo de “otra vez, tu vieja”. Es que desde que tenemos ese bendito sistema empresas, donde todos los de la familia nos podemos hablar gratis, mi mamá llama cada dos por tres. Sin motivo alguno, eh. De aburrida nomás. Su muletilla es “¿alguna novedad?”. Y claro, mi repentina cara de ojete y mi voz casi violenta:

- Y no, mamá, ¡qué novedad puedo tener si hablamos hace 15 minutos!
- Buenooooo, es que te extraño, che. No seas malaaa.
- Bueno, mamá, es que es lo mismo cada vez.
- Ta’ bien. ¡Te quiero! Chau.
- Chau.

Encontré de casualidad este video (muy gracioso, por cierto) donde ironiza la situación de una madre que llama una y otra vez a su hija, por cualquier razón (o sin razón). “¿Qué pasaría si tu madre pudiera llamarte todo el tiempo?”, pregunta. Yo respondo: “Uff, decímelo a mí”.

viernes, 24 de julio de 2009

Las escapadas de mi viejito cabrón

1- El muy cabrón se escapaba y me seguía al colegio. Tenía que hacer malabares para despistarlo y evitar que entrara. Pero se las ingeniaba, a pesar de que le cerraba la puerta en la cara: daba la vuelta a la manzana y entraba por la otra entrada. Me daban ganas de matarlo, porque tenía que salir de clases, retarlo y convencerlo para que volviera a casa. Un día, en pleno examen final de una materia, el preceptor vino a buscarme: “Srta. Tapia Garzón, ¿podría sacar a su perro de la Rectoría?”. Cuando entré a la sala, estaba el muy cabrón moviéndole la cola a una endiablada rectora que no paraba de gritar para echarlo.

2- Un día vinieron mis compañeros del secundario a hacer un trabajo a casa. “Tu perro está en la avenida toreando a los colectivos, lo van a matar”, dijo uno de ellos. Salí a buscarlo, pero no lo encontré. El muy cabrón a veces se alejaba tanto que uno no sabía por dónde andaba. Pero a la tardecita siempre volvía. Rasgaba la puerta de entrada para que le abramos. Ese día no volvió. Ni al día siguiente. Ni al siguiente. Lo buscamos por todos lados, hasta en los alrededores de la avenida, pensando que quizás lo habían atropellado. Pero nada. A la semana habíamos perdido las esperanzas y empezamos a llorarlo. Era una mañana de un invierno tan frío como el de estos días. Amanecimos con su rasguño en la puerta y su llantito agudo. Traía puesto un pulóver ajeno.

3- Hace poco cumplió 15 años. Estaba sordo, casi sin dientes y con una afección cardíaca que lo cansaba demasiado cuando caminaba mucho rato. Pero seguía siendo tan entusiasta como aquellos años en los que me seguía al colegio o se metía en mi cuarto a marcar territorio en la pata de mi cama. El muy cabrón, mi viejito cabrón, se volvió a escapar hoy. Pero, esta vez, se escapó para siempre.

miércoles, 22 de julio de 2009

Pasta frola

Lo corta. Lo prueba. Sabor a infancia. Lo pone en un jarro a derretir. Ve cómo se deshilvana contra el aluminio. El vapor, el olor, la gruesa consistencia. El cosquilleo del viento en la cara. Su memoria difusa pero casi intacta. Las montañas de Andalgalá. El color cobrizo del dulce. Los ríos crecidos en el verano. El paisaje árido. La barraca pegadita al fondo de la casa de sus abuelos. Los durazneros. La jalea que comía del bote a cucharadas. Las parras. Las ciruelas. Las limas. Las tunas. El empacho aquel que no le quitó las ganas. La pileta municipal con agua de río. El trampolín más alto del mundo. Los huevos de las gallinas con las que jugaba a hacer tortas de barro. El pollito a medio formarse que salió de las cáscaras que acababa de romper. El sabor agrio de la travesura. La harina en la piel en pleno carnaval. La panadería del abuelo. La vecina chusma de la esquina. Su primer accidentada serenata. La masa estirada sobre la asadera enmantecada. El primer chico que le provocó susurros en la panza. La escapada al baile con su prima. La tía enojadísima que las descubrió. El piano en el hall de entrada. La plaza del pueblo al anochecer. Chaquiago. Vuelca el dulce de membrillo derretido. Hacía mucho que no cocinaba una. Los adornitos de arriba. El olor a horneado. Y su primer pasta frola después de tantos años.

sábado, 18 de julio de 2009

Súplica

Me impresiona esta imagen de AFP. Denota casi lo mismo que la clásica frase de humor de la Mafalda de Quino “¡Paren el mundo que me quiero bajar!”. Pero en versión drama, ¿no?

viernes, 17 de julio de 2009

Y para mí también

“¡Hay parrilla para dos, para tres, para cuatro!”, se lo escucha gritar con los panfletos en la mano. De lejos se lo distingue fácil. Su panza prominente, su altura bajita, su mirada desgastada. O será que para mí es fácil distinguirlo. Aunque la boina teñida de años y mugre le pese sobre la frente y le machuque los rizos blanquecinos. En los últimos dos años lo vi cuidar autos, permanecer sentado en el pequeño escalón de la puerta de la misma casa, saludar a todo el que pasa con un gesto amable y conocedor de esa cuadra de San Telmo en la que siempre, siempre, vela, palpita, relojea, trabaja. Y ahora sigue ahí mismo, repartiendo volantes. “¡Hay parrilla para dos, para tres, para cuatro!... y para mí también”, agrega, bajito, medio a escondidas, como diciéndolo para él mismo, como pensando en voz alta, casi como sin darse cuenta de lo que está develando.

El otro día le respondí, sin detener mi andar apresurado. “Qué suerte, compay, déjeme un huesito pa’ la próxima”, le dije al pasar. Me miró desorientado. Y siguió, sin pausa alguna: “¡Hay parrilla para dos, para tres, para cuatro!... y para mí también”.

miércoles, 8 de julio de 2009

Tan pero tan buena

Buena. Buena buena. De esas tan buenas que nadie se anima a mirarla de reojo. Pero tan buena que cuando se enoja conmueve. Pero tan pero tan buena que cuando está de malhumor se le tiñe la mirada mate, los labios finos, los párpados gruesos y se alisa su simpático cabello enrulado. Tan buena que la memoria se empeña en hacerle olvidar los pocos reniegues que provoca. Tan buena que vivimos tantas cosas. Tan buena que compartimos barrio, casa, travesuras, morisquetas, deportes, vacaciones, anécdotas, sonrisas, tristezas, dietas, gimnasios, chocolates, bailes, bebidas, ocio y charlas larguísimas. Tan buena que fue la primera en descubrir mis arrepentimientos, mis faltas, mis progresos, mis logros, mis amores, mis entusiasmos, mis empinadas caídas. Tan buena que yo descubro cada rinconcito de su andar, de sus anhelos, de sus inquietudes, de sus ganas de vida, de sus deseos de amor, de sus inquietudes por volar. Tan pero tan buena que a veces creo que es demasiado buena, pero de pronto me tira una mirada insidiosa y me hace cambiar de opinión. Tan buena que pensamos distinto, discutimos, nos empacamos, y me hace buena y ella sigue siendo buena y somos buenas entre las dos. Tan buena que la quiero tanto. Pero tanto la quiero, que me cuesta tanto tanto escribir estas líneas...

Nota: para mi queridísima amiga Abi, Feliz cumpleaños.

lunes, 6 de julio de 2009

Que llueva, que se vaya

Que llueva, que llueva, la tristeza está en la acera, la gripe se despista, se lava, se resbala. Que llueva, que llueva, mi bullicio queda en casa, mi rostro se renueva, mi angustia se destapa. Que llueva, que llueva, suspiro sin pudores, brotes en la ventana, contornos como agua, transparentan la gilada. Que llueva, que llueva, que se lleve la malaria, que se vaya.

jueves, 2 de julio de 2009

Virus de derecha

Esta gripe sí que da miedito.

miércoles, 1 de julio de 2009

Libre de humo

Primer día "libre de humo" en el edificio donde está la redacción (que no es lo mismo que libre de seguir tirando humo). A las 12 del mediodía, los tres ceniceros instalados afuera, en la puerta, están abarrotados de colillas. Vaya libertad.

viernes, 26 de junio de 2009

Los suburbios del voto

"Mirando por melancólicas ventanillas de un viaje en tren por la periferia de la ciudad, no necesariamente la zona más pobre, las fachadas de las casitas siempre hablan. ¿Qué murmuran? Se las ve modestas, con jardincitos un tanto deteriorados, pero algunos pórticos estilizados remedan atendibles aspiraciones. No es fácil descifrar lo que dicen y cómo van a opinar esos ventanucos, esas terrazas con asador, esas verjas que buscan reforzarse. Se juegan cuestiones que importan a sus dueños o inquilinos, aunque se digan indiferentes a lo político. Hay en esa arquitectura popular ideas soterradas, adivinables tal vez en un llamador de puerta recién lustrado o en el fileteo ingenuo de una balaustrada. Pueden revelar deseos contenidos, ansiedades inasibles. ¿Pero dónde están las ideas? ¿Cómo se las expone o despliega en conceptos, léxicos e imágenes?

Durante mucho tiempo existió en el país lo que podríamos llamar una “política de ideas”. Se trataba de valorar el papel del Estado, el uso de los recursos públicos, el sistema de libertades, la representación social en general y los modos de practicar las luchas. Palabras como pueblo y oligarquía, derecha e izquierda, reforma y revolución, privatización o estatización, liberalismo económico o autonomismo social se referían al modo en que la imaginación pública, durante ciclos históricos completos, había interpretado la cuestión del vivir común. Y sobre todo, las variadas imágenes de verdad que emanan del concepto político esencial: el pueblo. ¿Esos términos con los que se habló, desde Aristóteles al general Sandino, acabaron?"

Para seguir leyendo, hacer click aquí.

Nota: extracto de una columna de Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, que se publicó ayer en Página/12.

Muertos vivos

Miedito. Como cuando era niña y me escondía debajo de la mesa mientras comíamos y pasaban por la tele ese Thriller que de noche no me dejaba dormir. Acababa de terminar de hablar con el dibujante e historietista Oskar Blotta sobre la muerte de su amigo Andrés Cascioli, creador de la revista Humor. A la mañana habíamos dado la noticia de la muerte de Farrah Fawcett. Estaba absorta. Faltaban 10 minutos para terminar mi jornada laboral. De pronto, la primera noticia en TN: "Michael Jackson sufrió un infarto y está internado". Cinco minutos después, la placa de C5N: “Murió Michael Jackson”. Empiezo a navegar en la web: “Habría muerto Michael Jackson”. Todavía no estaba confirmado, pero ya lo habían matado. De nuevo el miedito. De nuevo la seguidilla de muertes. De nuevo aquella imagen de cuando era niña, debajo de la mesa, cubriéndome los ojos con la pollera de mi mamá. De fondo él, todavía negro, como un muerto vivo, haciendo uno de sus videos clips más famosos.

miércoles, 24 de junio de 2009

La estrellita

Adriana E. siempre fue la estrellita de la casa, del colegio, del barrio... Era una simpática nena de cabellos castaños y bien lacios que divertía a todos con su desenvoltura: cantaba, bailaba, actuaba y hacía monigotes todo el tiempo. Ya a los tres años (¿o quizás a los cuatro?), la más chiquita de cinco hermanos acompañaba a su papá en guitarreadas entre amigos. Se sentaba en sus rodillas y cantaba los chamamés que tocaba su papá (misionero hasta los huesos).

Así se gestó su futuro. Así le moldearon la vida. Desde los siete la “mandaron” a estudiar guitarra en un conservatorio y danzas clásicas en el partido de San Martín, donde vivió cuando era niña. “A mí me encantaba. Hasta que empecé a darme cuenta que mis monigotes no bastaban, que debía estudiar todo el tiempo, que ya no era más la estrellita de nada ni de nadie... todos estaban en la misma, y en danzas, muchas eran mejor que yo”, cuenta, para resaltar cómo juega en esto la competencia. Su mamá la encerraba a estudiar teoría y solfeo o la llevaba a cuanto casting televisivo había. Su sueño de niña se había transformado “¡en el sueño de mamá!”.

Después de estudiar casi diez años, abandonó danzas primero, el conservatorio después, y por último su primer trabajo relacionado con la carrera: el Coro de Niños del Teatro Colón. “Dejé danzas después de sentir que realmente nunca lo iba a lograr. Si bien siempre fui menudita, no tengo mucha cintura y eso para la danza no va”, relata. Y luego recuerda aquella enfermedad que le agarró por su obsesión de estar flaca, y que la llevó a no comer nada en todo el día, o a subir y bajar varias veces por las escaleras los nueve pisos que separaban la planta baja de su departamento.

Abandonó todo, y la simpática estrellita se opacó. Hasta que llegó al diván y, pasados los 30 años, recibida de maestra jardinera y devenida en empleada administrativa, retomó la música y el canto. Armó algunas bandas con amigos, se puso a estudiar en Sadaic, y todas las tardes cuando vuelve a casa se pone a componer y a tocar la guitarra. Ella ama la música, pero no pudo hacer de ella su verdadera ocupación. “Ojalá pudiera vivir de la música, pero ya es tarde”, se lamenta.

La historia de Adriana sabe a frustración. Sin embargo, ahora disfruta de la música como no lo hacía desde aquellos años en que nada parecía preocuparle más que cantar en las guitarreadas con su papá. Volvió a ser la estrellita. Pero esta vez, su propia estrellita.

Nota: Con esta historia (ahora cambiada un poco para este post) comienza mi trabajo final de Maestría en Periodismo, que hice en 2005: es un largo reportaje sobre la vida de niños con profesiones de grandes.

lunes, 22 de junio de 2009

Calorcito humano

Que se viene el frío, pero qué calor. Que las ojotas se usan cada vez más tiempo. Que las botas, recién llegado el invierno, ya están de oferta en todas las vidrieras. Que para qué sacar el tapado ese tannn abrigado, si al final no lo voy a usar. La noche más larga del año llegó (¿llegó?), y con ella, como con cada inicio de estación, la simpática Colorita hizo su fiesta de recepción.

“La fiesta del calentamiento local”, la llamó. Y fue como cualquier otro encuentro entre amigos, música, bebida, instrumentos musicales, bromas, y demás. Pero con una temática distinta: reflexionar, desde el hacer, deshacer y no hacer cotidiano de cada uno, por qué se demora en llegar el frío en invierno. Hubo poesías, chistes, baile, juegos y hasta se prendió una especie de hoguera para que cada uno pueda quemar aquello que considera que hace (o no hace) y que perjudica a la llegada del frío.

El uso de bolsas de residuos, la no separación de la basura, fumar, dejar la computadora prendida sin usarla, el uso de focos que no son de bajo consumo… La lista sigue, claro. Y se extiende mucho más allá de las cerca de 30 personas que asistieron a la fiesta, y se cuela en cada uno de los 365 días del año, en cada comienzo de una estación nueva, en cada curva del andar cotidiano.

Hubo charlas, besos y abrazos con desconocidos. Hubo compartir un debate ausente en los boliches de moda. Hubo turrón que, como la garrapiñada, es un dulce para comer en invierno (no en nuestra Navidad, como lo adoptamos de la costumbre estadounidense), hubo canciones, hubo clima de frío, pero también hubo calorcito. Un calorcito bien humano.

viernes, 19 de junio de 2009

Rechazo a la soja

Supongo que se gestó en mi niñez. Siempre hay imágenes repulsivas de la niñez que se mimetizan con los gustos y mal gustos (o disgustos) de cuando somos grandes. Y creo que sí, que éste es uno de esos casos, que además se fue acentuando con los años, por alguna que otra anécdota perturbadora. Lo cierto es que le tengo rechazo a la soja. Sí, sí. Justo ahora que se usa comer con salsa de soja, que se habla de la soja como comida sana, que es uno de los productos argentinos y demás campañas favorables. Pero yo le tengo rechazo. A saber:

- De chica, calculo que durante las épocas hiperinflacionarias de los 80, en casa éramos tan pero tan pobres que mi mamá cocinaba tooooooodo a base de soja: milanesas, pizza, leche, tarta, queso, y muchos etcéteras más. Recuerdo su olor nauseabundo, su feo color caqui, todos los bols de casa repletos de soja en remojo y el viejo trapo en que la colaban. No se comía nada fuera de la soja. Pero nada de nada, ¿eh?

- Hace un par de años quise entrar en el mundo de chica-vida-sana. Me compré un par de veces esas milanesas (¿o hamburguesas?) de soja. Hasta que un día se me cayó justo al lado de una zapatilla maltrecha. Literalmente descubrí que se parece más a una suela de zapato que a una milanesa.

- Durante las privatizaciones de Menem, mi papá (ingeniero electricista él) se quedó sin trabajo en la ex estatal Agua y Energía (ahora EDET, EDESUR, EDENOR, depende de la zona donde roba). Entre sus intentos por volver a empezar, se le ocurrió ¡plantar soja! Ese año (justito) hubo sequía o demasiadas lluvias, no sé. Pero le fue mal. Y otra vez, con las enormes bolsas que sobraron en casa: a comer soja, una y otra vez, en todos sus formatos posibles.

- No hace mucho charlé con un aborigen del ex impenetrable, de Chaco. Y digo ex, citando sus propias palabras: “Ex impenetrable, dirás. Ya no es más impenetrable. Lo devastaron con plantaciones de soja”.

- El año pasado, cuando comenzó el conflicto del Gobierno con el campo, terminé de sellar mi absoluto rechazo a la soja (y a todos los que la rodean).

miércoles, 17 de junio de 2009

La dicotomía de Peña

Murió Fernando Peña. Hace casi exactamente un año, lo entrevisté en su camarín del teatro Margarita Xirgu, donde estaba realizando tres obras de su autoría. Fuimos con dos colegas de multimedia, para grabarlo y hacer un video que acompañó la nota. Hacía muy poco había sido noticia por su fuerte cruce con Luis D’Elía. Algunas cosas que recuerdo:

- El tipo casi ni nos saludó, mucho menos nos dio un beso o nos estrechó la mano. Más bien, nos miró con desprecio hasta que la cámara comenzó a grabar.

- Hizo un par de bromas nada más. Entre ellas, mientras sacaba hielo de una conservadora, pidió que no filmemos hacia allí porque capaz Fontevecchia (director de Perfil) se escandalizaba al ver que ahí guardaba su merca.

- Tomaba wisky mientras hablaba con nosotros, y se maquillaba y arreglaba. Minutos después subiría al escenario.

- Por momentos (sobre todo cuando pregunté por su cruce con D’Elía), parecía que quería comerme viva con los ojos. Después de desviar la charla en otra dirección, despotricaba solito contra el piquetero.

- Cuando se apagó la cámara volvió a hacernos sentir pequeñitos y casi casi nos echó.

- Desde que llegamos hasta que nos fuimos -y usando la dicotomía que él mismo planteó-, estuvimos en un ir y venir entre los “negros de mierda” y la “puta oligarquía”.

Cómo vota la redacción

Me uno a mis colegas Pato, Payito y Nacho, y subo al blog los resultados de cómo vota la redacción de Perfil.com en Capital y Provincia de Buenos Aires. Fuimos 21 los votantes, aunque (valga la aclaración) algunos con domicilio en otra provincia, como yo, no votamos en ninguno de los dos distritos. Aquí, los elegidos:

Capital
Pino Solanas: 9
Carlos Heller: 5
Prat Gay: 3
En blanco: 3
Héctor Polino: 1

Provincia
Néstor Kirchner: 7
Margarita Stolbizer: 7
En blanco: 4
Fracisco De Narváez: 2
Martín Sabbatella: 1

viernes, 12 de junio de 2009

Será...

Últimamente casi no veo mi sombra. Será que ando entre sombras todo el tiempo. Será que el sol se agacha cada vez que salgo a la calle, por la mañana, para ir a trabajar. Será que no escucha las súplicas de mi rostro insulso. Será que los edificios lo tuercen allá arriba, para que no se me arrime. Será que el ruido del estrepitoso tránsito lo asusta. Será que la maraña de pies apurados lo intimida. Será que las ventanas se esfuerzan por empañarse cuando ya estoy adentro. Será que el murmullo de las computadoras lo ennegrecen. Será que a las 7 de la tarde, cuando salgo del trabajo, ya se cansó de esperar…

martes, 9 de junio de 2009

De amagues y encuentros

¡Ay ay ay! Las de vueltas que hay que dar para coordinar una juntada en esta endemoniada ciudad. Hasta con mis amigos de Tucumán, que allá veía en cualquier minuto, acá es una de ir y venir miles de veces para ponernos de acuerdo. Cadenas de mails de acá, mensajes de allá, hoy no puedo, mañana yo menos, el sábado tengo un cumple, el jueves voy al curso y uffff. Buenos Aires enloquece, hasta en los ratos libres… Pero qué intensos son los encuentros después de tantos amagues, ¿no?

viernes, 5 de junio de 2009

Té en ebullición

Miel en los ojos, en la cintura, en los latidos, en los quehaceres. Limón en el cuello, en las palabras, en los pliegues cansados del rostro, en la osadía de su andar. Hierve, espontánea, como el zumbido del agua recalcitrante y efímera. Cabellos desordenados como las hebras de un conjuro de especias. Encantadora mezcla. Provocativa mezcolanza. Disparate otoñal. Miel y limón, para un té de hierbas en ebullición.

martes, 2 de junio de 2009

La “rareza”

La “rareza”, claro, puede tener múltiples significados, según desde dónde se la mire, se la observe, se la sienta, se la perciba. La “rareza” es, de por sí, casi incierta, casi indescriptible, engorrosa y dubitativa. La “rareza” puede transformarse en sinónimo de incertidumbre, de caos, de malestar, de desazón, de comezón interno. Pero también puede asociarse a la belleza, a lo caótico pero lindo, a lo difuso pero con buena espina. La “rareza” es difícil de nombrar. La “rareza” es rara. La pucha si no es rara. Pero qué bonita es cuando hace cosquillitas en la panza.

jueves, 28 de mayo de 2009

A buscar otra epidemia

A mi mamá se le nota la edad. Tanto, que es insufriblemente paranoica con todas las ¿epidemias? que de pronto se pusieron de moda. Cada vez que puede, manda desde Tucumán algunos regalitos: un Off para los mosquitos del dengue, un Pervinox para desinfectar las manos a cada rato y evitar así la gripe importada. Ahora, que cierran y abren colegios de la zona norte de Buenos Aires cada dos por tres, nos llama preocupada a mi hermano y a mí para saber qué novedades tenemos, para pedirnos que no nos encerremos en lugares demasiado multitudinarios, que por favor nos cuidemos y bla bla bla. La respuesta de mi hermano, para que se deje de hinchar: “No sé de qué te preocupás tanto, si al final la gripe nueva está atacando a los ricos, ¿o no te diste cuenta qué clase de colegios son los que tienen casos sospechosos?”.

Fin de la paranoia. A buscar otra epidemia.

lunes, 25 de mayo de 2009

Vaya cobardía

De lejos: luz, movimiento, soltura, solidez, bla bla y bla. De cerca: timidez, cachetes sonrojados, silencio, vulnerabilidad. Vaya contradicción. Vaya cobardía.

viernes, 22 de mayo de 2009

¡Tuiii!

En tucumano básico: “me quemo”, o “¡qué calor!”.

martes, 19 de mayo de 2009

Recuerdos marañosos

Era tarde, pero se metieron igual. Árboles, ramas, hojas enmarañadas, enjambres de enredaderas y lianas. Lo único que servía como escudo y machete era un pedazo de tronco clueco y maltrecho. Pero nada importaba entonces. Era más la curiosidad, la intriga de esos sonidos salvajes, la comezón por saber qué había más allá de ese monte que se levantaba, inmenso, a la vuelta de sus casas.

Entraron y entraron por lo que parecía ser un sendero desdibujado. De pronto, un estruendo. Y un grito. Feroz, cegado. “¿Quién anda por ahí?”. De nuevo el estruendo, una y otra vez. Eran tiros. Ellos sabían que eran tiros, aunque nunca antes habían escuchado uno de verdad. Al piso algunos. A la carrera otros. Para un lado, para el otro. “¡No dispare, somos niños!”, gritaba uno de ellos. Otro, lloraba con la cabeza tapada con los brazos. “¿Y Julián? ¿Dónde está Julián?”, se oía en medio de la agónica desesperación.

Huyeron, como pudieron. El canal, más abajo, hizo de refugio. De repente, el silencio. Y lo ven ahí, tendido, manchado y con los ojos dados vuelta. Otra vez, un grito. Otra vez, la confusión. Por última vez, la imagen de su amigo Julián.

Los años pasaron. Hoy, un extenso barrio residencial tapa ese monte de marañosos recuerdos.

lunes, 18 de mayo de 2009

Fruti, fruti y tuti fruti

Avena, pasas, fruti, fruti y tuti fruti. Como todo su alrededor. Frula, fruli, tuta la fruti. Es así de simple y así de engorroso. Como el color mismo de una paleta chorreada. Como el sabor de tuita la fruta junta. Como el candombe de ideas después de un tumbacabezas. Como el popurrí de olores y texturas cuando se acerca. Como el silencio mismo y los flashes y la oscuridad después de mirar fijamente un foco. Como el silbido de todos sus pájaros en la mañana. Como su latir inquieto, verdugo y travieso. Avena, pasas, fruti, fruti y tuti fruti.

domingo, 17 de mayo de 2009

M’ hijo, el cajón

Hace poquito lo gesté, lo parí, y hasta lo amamanté. Aquí, ya terminadito, listo pa' crecer: M’ hijito, el cajón. ¿No quedó hermoso?


viernes, 15 de mayo de 2009

La maldición del pato

Hace unos días, unos amigos jujeños estuvieron en Tucumán. Habían ido a mostrar su música, sus vientos andinos, su poesía de montaña. En el medio, tuvieron una serie de percances que parecen de un cuento absurdo, de esos que “¡ay, madrecita, ojalá nunca me pase!”. Antes de que toda la mala suerte les suceda, habían estado de juerga por El Cadillal, un lugar turístico donde predomina el verde, un río y un dique. Mientras paseaban, un pato les voló cerca –según me cuenta, textualmente, un amigo por chat-, y cuando pasó por sus cabezas les hizo “¡Cuac!”. Pucha que se asustaron. Mi amigo del chat, tucumano él, bromeó diciendo que ésa, según la tradición de la zona, era una señal maléfica. Una maldición. “La maldición del pato”, le llamaron, burlándose, riéndose. Lo que sigue no es cuento. Más bien, una maldición de adeveras.

jueves, 14 de mayo de 2009

Lindo, lindo

Hacer click en la imagen para ampliar

Nota: Gracias a mi cumpa Esteban Cabrera por pasarme la imagen. Es de Liniers.

martes, 12 de mayo de 2009

¡Chuiii!

En tucumano básico: "me hace frío".

domingo, 10 de mayo de 2009

Abrazo

Mejor, un abrazo. Aunque sea de despedida.



Te abracé en la Noche, de Fernando Cabrera.

jueves, 7 de mayo de 2009

A ca-balgar

Camino a Amaicha del Valle, Tucumán.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Las aceitunas de Clemente

De pequeña, solía mirar las tiras de Clemente por canal 10, de Tucumán, tirada en la cama grande de mis papás, con mi largo camisón blanco a florcitas rojas. Me encantaba ver las historias de este personaje de Caloi, en la tribuna, metiéndose en las tetas enormes de la Mulatona, mientras caían papelitos celestes y blancos por todos lados. Y solía hacerlo, también, comiendo aceitunas. Me encantaban las aceitunas, sobre todo esas grandes y verdes que traíamos de Andalgalá, el pueblo donde nació mi papá.

Hoy recordé aquellos tiempos, luego de ver una entrevista a Caloi que le hizo Vero W. para su blog Muy Buen Provecho, de Perfil.com. Allí el humorista cuenta, ni más ni menos, por qué su personaje más famoso ama las aceitunas, y hasta revela que tuvo “relaciones carnales” con ellas. Un relato encantador, que puede verse en este video de poco menos de 3 minutos:

martes, 5 de mayo de 2009

Despabilar la vida


Ya no escucha nada, casi ni siente nada. Hay que arrimarse y tocarlo para que se de cuenta de la presencia de alguien y empiece a mover la cola. Entonces sí, se despabila, se para, busca los mimos, ladra, juega, saltimbanquea y todo. Con la panza hinchada por no poder orinar, con las pastillas que toma de mañana y tarde, con los dientes ya caducos y con su intacto gruñido cuando el más joven se le acerca. Va y viene, corretea, olfatea el asado y es capaz de desvelarse toda la noche si hay gente despierta, como queriendo bailar, guitarrear y contar chistes con los comensales de un sábado a la noche. Entonces, ¿quién puede imaginarse que estuvo a punto de morirse varias veces en los últimos dos años? Quince años tiene este pirata. Quince años de viejo maltrecho que se empeña en seguir viviendo. La veterinaria dice que su estado es como para sacrificarlo, pero que su ánimo es claro: disfruta de mover la cola cada vez que alguien se arrima a despabilarle la vida.

miércoles, 29 de abril de 2009

Destrucción ecuménica

No voy en tren, menos en avión. Voy en bondi y tardo casi 16 horas en llegar. Y encima me olvidé la pastillita pa' dormir. Destrucción ecuménica, si las hay.

martes, 28 de abril de 2009

Inocencia endiablada

“¡Saquen al demonio! ¡Me persigue! ¡Sáquenlo!”. Esas fueros sus últimas palabras. Así se despidió de un lazo de complicidad que las unía. Alucinando y sin que ningún exorcismo posible pudiera aliviarla, gritó echando fuego por su cuerpo hasta que T tuvo que huir, llorando su desolación, de la habitación del hospital donde su tía J deliraba sus últimas horas.

T había compartido con J casi todo en su corta vida. Una vez, J le había enseñado a T a leer la borra del café -costumbre ancestral de la familia-, pero T nunca divisó allí tan estruendoso final: el día en que J despertó descarrillada, envenenada, y dejó de mirarla.

De repente, como si supiera que la muerte le rondaba, J prefirió la soledad de sus 80 años en la inmensidad de su antigua y descascarada casa. Sus ojos se transformaron y parecían destellar odio. Alechuzados de odio, parecían. Pero en realidad, su ternura se había transformado en dolencia de haberlo perdido todo: su marido, su único hijo y ahora su sobrina T, que de pronto le tenía miedo.

La salud de J se fue apagando, hasta que la internaron. Entonces T decidió visitarla, darle aunque sea el último beso, la última caricia, y decirle cuánto la quería. Pero J se transformó otra vez. El demonio estaba ahí. Se instaló ahí, entre las dos. Entonces T no pudo despedirse de su tía, que le enseñó mal a leer la borra del café. O lo hizo, sí, varios años después, endiablando su inocencia.

sábado, 25 de abril de 2009

Mis 15

1) Las 7 de la tarde.
2) Mis clases de cajón peruano.
3) Mis tardes en casa, escribiendo lo que me gusta.
4) El olorcito a durazno de mis sahumerios.
5) Música y un libro, en la cama.
6) La soledad inmaculada de mi monoambiente.
7) Las caminatas por San Telmo.
8) El sol otoñal en la cara, mientras pelo mandarinas en el parque Lezama.
9) Los colores de mi cubrecama.
10) Las pizzas de Tío Felipe, en San Telmo.
11) Andar en patas, sin ropa y con el pelo atado.
12) La ducha eterna de la mañana temprano.
13) Mi mate larrrrgo y amargo.
14) El Río de la Plata desde mi ventana.
15) El vértigo que me produce el viento furioso en el 10º piso.

Nota: No suelo engancharme en cadenas cibernéticas, pero éste es un pedido de mi amiga Fer: los 15 momentos de mi vida cotidiana que me producen placer. Ahora, se supone, debo designar a 5 blogs para que continúen con ella (vaya tarea). Sorteo previo, aquí van: Sentido urbano, Sin panquequear, Propiamente dicho, Colorita, ¡Qué blogudo!.

viernes, 24 de abril de 2009

Y se murió, nomás

"Es domingo a la mañana en Santiago del Estero. El sol se olvida de que el verano, por orden del calendario, ha terminado. Y calienta como si uno tuviese un soplete en la nuca. El cielo es celeste furioso y está rayoneado con nubes.

Aunque el día es hermoso, el viaje comienza mal. En la puerta de la casa de Sixto Palavecino espera Rubén, uno de sus hijos. "El papi no está bien", anuncia, haciendo gala de esa costumbre santiagueña de llamar papi y mami a los progenitores, aún cuando el nene en cuestión tenga más de 50.

La idea era hablar con uno de los últimos referentes históricos del folclore argentino. Pero el poeta, cantante, "violinisto sachero" y difusor del quichua -ya es material de consulta su traducción del Martín Fierro, que le llevó casi una década- está enfermo. No tiene sentido preguntar qué le pasa. A los 94 años, uno tiene pleno derecho de enfermarse de cualquier cosa e incluso de cometer la imprudencia de morirse."

Y se murió, nomás.

Nota: El texto en entrecomillado es un extracto de la nota que escribió hace muy poco mi amigo y colega Diego Jemio. Estaba muy enfermo, Don Sixto. Así que tuvo que pensar cómo escribir una entrevista con un diálogo muy corto. Y supo hacerlo muy bien: con lindísimas e ingeniosas descripciones. La nota se titula "La leyenda del violín del monte", y se publicó el 19 de abril en Clarín Espectáculos.

jueves, 23 de abril de 2009

Ale

Las vestían igual. El mismo enterito amarillo, con igual dibujito en la panza e idéntico sombrerito a rayas. Baberito blanco con puntillas, zapatitos tejidos al tono. Y ahí las dejaban, en el piso del patio, jugando, trompeándose, intentando levantarse y gatear. Parecían mellizas, pero eran primas y se llevaban un par de meses de diferencia. La más grande, Ale, tenía síndrome de down. Pero no se notaba. A esa edad nada se nota. Ni siquiera el peligro. Ni siquiera la muerte. Una mañana, cuando el sol merodeaba detrás de la galería, Ale empezó a caminar. Y se lanzó nomás. Sobre sus pasos difusos, sobre su cuerpito trasgresor, tambaleó y tambaleó hasta llegar a la pileta del fondo. Nadie vio su tenue figura alejándose de la sombra. Nadie oyó el chapuzón. Nadie supo explicarle a su casi melliza por qué Ale no volvió a jugar con ella nunca más.

martes, 21 de abril de 2009

Cum-papadá

Cum-papadá-cum-cum-pa-da. Mate va, mate viene. Martillo de acá, clavo de allá. Un poco de cola en los bordes. Tornillos en la tapa. Y a probarlo. Dumgumdumdum-gogo-dumgumdum-gogo. Pucha, cómo duele la mano. Ashe ashé, ashe ashé. Cansa, che, ¡pero qué placentero es! Ashe ashé, ashe ashé. Sólo me falta lijarlo un poco. Un par de patitas. Un touch de pinturita. Y cum-papadá-cum-cum-pa-da. Mi primer cajón peruano.

domingo, 19 de abril de 2009

Medir desde mi ventana

Nunca fui a la cancha. Pero suelo medir los partidos de fútbol desde mi ventana. Sobre todo cuando juega Boca. Y no porque yo sea (por decir que soy de algún equipo) de Boca, sino porque vivo a pocas cuadras de la bombonera. Por eso, insisto, sé medir los partidos desde mi ventana del 10º piso. A pesar de la altura y la distancia, sé identificar el ánimo que camina por la avenida, el malón, la masa, que acapara todas las paradas de colectivos, todos los taxis, todas las veredas y casi media calzada. Hoy supe que Boca y River habían empatado. Y no por haber visto antes el resultado. El silencio, las expresiones neutras, las caras largas y cansadas eran un claro empate. Y arriesgo más: por el poco entusiasmo sé que, encima, el partido fue aburrido. O sea, el resultado no pasó del 1-1.

miércoles, 15 de abril de 2009

Cuenta gotas

Uno, dos, tres. Cuenta. Las cuenta. Cuatro, cinco, seis. Si supiera que en algún momento dejarían de caer no las contaría más. Seis, siete, ocho. La levantan temprano, la cambian, le dicen que deben irse. Nueve, diez, once. Bajan las escaleras. El murmullo, un llanto, el grito intrépido. Doce, trece, catorce. Le tapan los ojos, pero escucha, siente. Quince, dieciséis, diecisiete. Se la llevan rápido, para que no se de cuenta. Deja de oírlas, pero las sigue contando, al mismo ritmo. Dieciocho, diecinueve, veinte. La suben al auto y ve llegar a su tío, apurado, preocupado. Le sonríe, pero él no presta atención. Veintiuno, veintidós, veintitrés. Papá no aparece, mamá tampoco. El vecino arranca el auto. No recuerda a dónde la lleva, porque sigue contando las gotas que caían del caño roto del baño, pero que ya no oye. Veinticuatro, veinticinco, veintiséis. Nadie le dice nada, pero ella sabe. Él estaba ahí, en un cajón, en el living de su casa, mientras todos lo miraban y rezaban y lloraban y hablaban y se preguntaban. Veintisiete, veintiocho, veintinueve. Nunca vio la imagen, pero la tiene en su cabeza, como si se la hubiesen pintado. Treinta, treinta y uno, treinta y dos. Hace poco aprendió a contar hasta el infinito. Ese mismo lugar donde después le dijeron (o imaginó) que se había ido su abuelo Fermín.

martes, 14 de abril de 2009

Agujas

Una vez se enojó tanto, pero tanto con su papá, que se encerró en su cuarto, agarró el costurero y llenó de agujas el colchón matrimonial, pero sólo del lado izquierdo, donde dormía él. Las hundió bien profundo, de tal modo que no se vieran, pero con las puntas lo suficientemente en la superficie, para que cuando se acostara no quedase más opción que pincharse, una y otra vez, una y otra vez. Le llevaría horas descubrirlas a todas.

La travesura quedó como una anécdota graciosa en la familia. Pero todavía hoy, 25 años después, ella se pregunta de dónde sacó semejante idea con tan sólo 5 años.

lunes, 13 de abril de 2009

Reencuentros

Encuentro, cuento, encuentro, cuento, reencuentro. Va y viene. Maldito cuento. Bello reencuentro. Incómodo encuentro, perspicaz, sal y pimienta. Cuento vacío que juega. Se juega. Me juega. Me intimida. Me enfurece. Me enmudece. Me tuerce. Por suerte, de vez en cuando, un encuentro. Por suerte, todavía, hay reencuentros.

martes, 7 de abril de 2009

El tiempo está después

La calle Llupes raya al medio
encuentra Belvedere
el tren saluda desde abajo
con silbos de tristeza
aquellas filas infinitas
saliendo de Central
el empedrado está tapado
pero allí está.

La primavera en aquel barrio
se llama soledad
se llama gritos de ternura
pidiendo para entrar
y en el apuro está lloviendo
ya no se apretarán
mis lágrimas en tus bolsillos
cambiaste de sacón.

Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después.



Nota:
“El tiempo está después” es una de las canciones más conocidas del cantautor uruguayo Fernando Cabrera. Es lindísima, pero también me resultan inevitables ciertas identificaciones con su poesía. Gracias a mis nostálgicos amigos de Buenos Aires (que en realidad no son de Buenos Aires), un día lo descubrí. Como el tiempo, lo demás está después.

lunes, 6 de abril de 2009

Heces

Estoy en la compu mientras mi amiga Abi estudia, al lado mío, para el examen de residencia médica. Me pide que por favor busque en internet la palabra "Encopresis". La definición, para mí, no dice mucho: "Incontinencia de las heces".

Ella: Ahhh.

Yo: ¿Qué son las heces?

Ella: Caca.

Yo: Ahhh. Qué palabra de mierda...

sábado, 4 de abril de 2009

Si sí, si no

Estar todo el tiempo pendiente de si sí, de si no, ¿no es mucho? Es como ir a una fiesta sin invitación, como querer comer lo que no te convidaron, como meterte en la cama de quien no tiene ganas de dormir a tu lado. Entonces, digo yo, ¿qué coño te importa?

viernes, 3 de abril de 2009

Debajo de la nariz

Hace unos días estuve hablando con un amigo sobre los rollos que cada uno trae encima, de las quejas, los malhumores y demás yerbas. Las caras desencajadas y el discurso monótono sin creatividad, o los demasiados rebusques para concretar o decir algo que, en los hechos, es mucho más simple, menos tedioso y hasta puede ser más divertido. “¿Por qué esa necesidad de complejizar todo? No hace falta buscar tanto la sonrisa, si está ahí nomás, debajo de la nariz”, dijo, espontáneo, serio, como si estuviera exponiendo sobre metafísica en un congreso. Me gustó. Y claro, me hizo sonreír.

jueves, 2 de abril de 2009

“Visiblemente emocionado”

Rep

Así estaba, según los medios, Carlos Menem cuando fue al Congreso a despedir a Raúl Alfonsín. "Visiblemente emocionado". Pobre. La verdad que parecía que moqueaba, que se descomponía en cualquier momento. Hasta le dio un besito en la frente al fiambrecito. ¿Que qué? ¿Quién fue el que pensó que no estaba realmente consternado por la muerte de Alfonsín? ¡Schittt!, no sean tan maleducados. Hay que respetar en estos casos el dolor del otro, che. ¿Ustedes creen que cuando se acercó al cajón, en realidad, se vio a sí mismo ahí tendido? Bueno, convengamos que está viejito, pero… Sí, ya sé que es posible que ya sepa que su hora está cerquita, pero no le hagan saber de antemano que no tendrá tanta despedida masiva en el Congreso, por favor, sean respetuosos. Sí, claro, pobre viejo cabrón, quizás un poquito de reconocimiento por su "honestidad", su "democracia", su "honradez", su "respeto por las instituciones" y su papel de "defensor de los Derechos Humanos" tenga… ¿Ah, no? Sí, ya se que nos cagó, pero… Pobre viejo “visiblemente emocionado”, che.

martes, 31 de marzo de 2009

Ironía histórica

En plena verborragia de discursos fascistas, acompañados de cacerolas, alpargatas de carpincho y plumas. En plena epidemia de un mosquito que reivindica la última dictadura militar, la pena de muerte y el regreso de la colimba. En plena “crisis” que sirve de cortina para volver a esclavizar, maltratar, silenciar, picanear… Murió Raúl Alfonsín, símbolo de la Democracia en la Argentina. Vaya ironía de la historia.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Festejar el otoño


Hojas secas, crujientes. Máscaras ocres mediando la luz intensa, el sol que aún calienta, pero que de a poco se aleja. Poemas que caen y se esparcen. Un rostro alegre, una mirada azul, una guitarra, una canción, un té con limón. El juego va y viene. La sensación de que el año recién comienza, la rutina, los guardapolvos blancos, el olor a café con leche. Y una fiesta. La del otoño. La del comienzo de una nueva estación, con sus colores, sus sensaciones, sus rituales. Una fiesta que la simpática Colorita insiste en celebrar. Cada año, cada tres meses, un encuentro estacional. Me pareció una idea encantadora. Así que, por primera vez, festejé el otoño, y jugué con su manera de arribar. Ahora espero ansiosa las fiestas que vendrán.

martes, 24 de marzo de 2009

domingo, 22 de marzo de 2009

Sangre nómade

Sangre nómade. Confusa, pero tan inquieta como el viento mismo que la acaricia. Entre los cerros, la tierra y el olor a hierba se escabulle. Tímida y altanera a la vez. Tiembla. Sueña. Llora. Juega. Ama. Jura amor. Se va lejos. Pero nunca olvida.

Sangre que no se enfría. Que sueña. Que transpira cada viaje. Que busca. Que encuentra. Que conoce todos y cada uno de los paisajes, aunque en el alma lleva los colores de la quebrada.

Sangre que no se intimida con los grandes edificios. Que recorre cada uno de sus rincones. Que abraza a cada uno de los rostros que encuentra en su andar, mientras suena su guitarra, su quena, su música.

Sangre que sabe. Que sabe que el wayra la acompaña, que sus hermanitos están, aunque queden desparramados por doquier. Que sabe que la pacha lo espera donde sea que vuele. Que sabe que la dispersión de su mirada es sólo una coraza que ya sabe contener.

Sabe, tanto es lo que sabe esa Sangre, que agarró sus cosas y se fue.

Sangre nómade. Sangre inquieta. No huyas. Más bien, que nada te detenga.

Nota: A mi amigo el Wayra, gran poeta y músico, hermoso viento que deja remolinos en su andar, mucha suerte en tu nuevo soplido...

viernes, 20 de marzo de 2009

Ausente

Triste, dolorida, sin plata y sin muela.

martes, 17 de marzo de 2009

Monólogo

¡Ya sé! Podríamos… ¿Ah, no? Pero me parece que… ¿Vos decís? ¡Pero es cuestión de mandarse nomás! Uhmmmm. ¿Y si probamos con…? Uh, ¿en serio? Bueh, quizás si… ¿Y entonces, qué proponés? No entiendo. Pero… Ehhh. Si me escucharas un minutito… Ohhh, vos también, che. ¡Para el caso no hagamos nada! Bueno, muy bien, no hagamos nada. ¿Que qué? Pero si te dije… Ma’ sí, andaaaá…

lunes, 16 de marzo de 2009

Vergüenza mayor

“La vida del tímido es engorrosa. Ni bien se encaminó a la pieza, comprendió que más ridícula que la imagen de un hombre que entra en el baño, era la del que se retira porque le faltó el coraje de entrar. ¿Había mayor vergüenza que dejar ver que uno tuvo vergüenza?”

Nota: Extracto de “Diario de la guerra del cerdo”, de Adolfo Bioy Casares.

sábado, 14 de marzo de 2009

Inseguridad

"Se llamaba Romina Gélvez. Tenía 22 años. Murió ayer en el Hospital Español de Mendoza. Estaba con muerte cerebral desde el domingo. La desesperación frente a un embarazo no deseado la empujó el viernes 6 a recurrir a una curandera del barrio La Gloria, en el departamento de Godoy Cruz, para que le practicara un aborto. El procedimiento no fue seguro: hubo una sonda de por medio. Llegó al Hospital Paroissien, de Maipú, con un cuadro infeccioso crítico. Nunca se recuperó. Romina no tuvo los 3000 o 4000 pesos que se requieren para acceder en la Argentina a un aborto seguro. Clandestino, sí, pero seguro. No fue el único caso fatal en la misma semana. La penalización del aborto está matando a las mujeres pobres. Pero de esa “inseguridad” que impacta exclusivamente en cuerpos femeninos, pobres, silenciosos, los grandes medios de comunicación no se hacen eco. Esas muertes, evitables todas, no importan."

Nota: extracto de la nota La otra "inseguridad", publicada hoy en Página/12.

Dolor sin nombre

"Lucila tiene 14 años y no sabe cómo soportar su angustia. Ni siquiera sabe qué es lo que le provoca ese sentimiento. Silenciosa, ahora encontró una forma de taparlo. Sólo necesita una gillete para rajarse la piel de sus brazos. Cortársela. Que sangre. Que ese dolor del cual sabe el porqué le haga olvidar el otro dolor, ese que no tiene nombre."


Nota:
Hoy pensaba en esos dolores que no tienen nombre, en esos vacíos que no tienen explicación que los rellene, en esas angustias que parecieran venir de la nada misma... Y recordé el comienzo de esta vieja y pequeña nota.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Sin culpa



Hace poco intenté dejar de fumar. Y creí que lo había logrado. Dos meses me duró la hazaña, uauuu... ¡dos meses! Pero para ser sincerísima, sólo unas semanas sin hacer siquiera una pitada. Mi regreso al cigarrillo, para ser más precisa, duró casi un mes y medio (¡ja!). Y consistió en robar pitadas primero, algún que otro cigarrillo después. En ese asunto estaba yo por entonces, tratando de no creer que había vuelto, y con la frente alta ante los que me retaban por el regreso lento, pero seguro. Fue cuando Peluffo rescató, de entre mis excusas, una frase que quedó para que me tomaran para la chacota en el laburo: “A mi no me da culpa... porque yo lo hago”. Hoy Peluffo volvió de sus vacaciones en Cuba. Trajo de regalo una caja de puros. Son tan bonitos que me da pena hacerlos humo. Pero tiene razón, no me va a dar nada de culpa fumarlos.

martes, 10 de marzo de 2009

Angustia

Anoche fui con Diego a ver una obra de teatro ciego. Había que entrar al lugar, totalmente a oscuras, haciendo fila y agarrándose del hombro del que iba adelante. Antes, nos dieron todas las indicaciones de cómo íbamos a sentarnos, de cómo nos iban a ayudar a hacerlo, de la fea sensación de los primeros cinco minutos y, claro, de apagar celulares y cualquier objeto que pudiera dar cualquier destello de luz.

Cuando finalmente entramos, me invadió una sensación de angustia que no se me pasó a los 5 minutos, ni a los 10, ni a los 30. Casi casi que me duró la hora entera que pasamos en ese cuarto oscuro, mientras el actor Juan Carlos Puppo contaba cuentos. Cuento puro o puro cuento se llama la obra de narración oral. Cuento puro o puro cuento, preguntaba Puppo una y otra vez entre cuento y cuento. Algunos se animaban a contestar, tímidamente. Pedían un cuento puro o un puro cuento. Ninguna de las veces atiné siquiera a mover los labios. Estaba inmutable. Dura. Sin moverme de la misma posición en la que me ubiqué al comienzo. Tenía pánico. No sabía qué rozaría si movía un centímetro la pierna derecha cruzada. Y rogaba que no sonara el celular que no había apagado pero sí, en cambio, había dejado en silencio. Si sonaba, la cagaba. Seguro se notaría la luz por debajo de la cartera tejida. Así que le puse arriba una revista que había robado en la recepción del teatro, y apreté con fuerza la cartera sobre mi falda.

Cuando prendieron las luces tenía aún las piernas duras y cruzadas. La mandíbula contraída. Los ojos abiertos como dos manzanas como si me ayudaran en el estado de alerta. Y una fea sensación frente a la oscuridad que no sentí ni de niña. ¿Los cuentos? Muy lindos, por cierto.

sábado, 7 de marzo de 2009

Lejos de mí, cerca de él

Se fue del pueblo a los 18 y creyó que lo había dejado atrás para siempre. Partió con el crepúsculo de su inocencia, con la traición de los miedos de adolescente que le producían taquicardia y sensación de muerte, con los cigarrillos que había comprado en el almacén de la esquina y varios encendedores ajenos en el bolsillo agujereado del pantalón. Se llevó su andar desaliñado, sus John Foos turquesas puestas, su acento provinciano, sus uñas largas porque olvidó el alicate en casa, su inexperta guitarra, su paranoia al amor, su flacura larga y espigada.

Anduvo por ciudades, por cientos de amistades, trabajos indeseables, creatividad a flor de piel con sensación de vacío entre el amontonamiento de gente exaltada. Zorro, lo llamaron. Zorro del desierto. Un Zorrito con la cola entre las patas que de a poco fue soltando, pero sin perder las mañas.

Recuerdo el día en que lo conocí, con su simpática tartamudez, su memoria fotográfica, su “ahicito nomás” y con la misma tonada que tiene mi familia paterna, oriunda de su mismo pueblo. Me acerqué. Me emocioné. Y desde entonces casi nunca me separé. Cuando me tocó el turno de partir a mí, ahí estaba él. Cuando grité, festejé, lloré, comí, me ahogué, triunfé, fracasé, reí, amé, bailé... Ahí estaba él.

Ocho años pasaron desde aquél día en que se fue de casa. Dejó el cigarrillo y con él su manía de afanar encendedores. Engordó. Se enamoró. Le sacó chispa a la guitarra, creó y dedicó canciones. Hizo una maestría. Se vistió de traje. Pero nunca, nunca, abandonó su letanía de desierto. Su deseo de desierto. Sus encantadoras mañas de desierto. Será por eso que regresó a la tierra de los cerros, de los dulces caseros, de las frutas dulces y jugosas, y de los “ahicito nomás”. Ahí está él ahora. Lejos de mí. Tan cerca de él.

Nota: Para mi entrañable amigo, hasta siempre...

miércoles, 4 de marzo de 2009

La espejeada

Hace poco me hablaron sobre una costumbre ancestral de la puna jujeña para presumir, galantear o “levantar” a un chango o una imilla (mujer coya). Y me encantó. Se llama la “espejeada”, un rito en el que el hombre acaricia desde lejos a la mujer que desea, por medio de los rayos del sol que se reflejan en un espejito que lleva en su mano. Ella camina por un cerro muy alejado al que lo cobija a él, pero la distancia no importa. Nada importa entonces. Si es correspondido, la mujer sacará su espejito y lo llenará de besos con los rayos del sol. Según la tradición, ese intercambio de soles los une en pareja sin casamiento de por medio. Es lo que se llama el “amañamiento”. Me pareció un rito hermoso. De pronto lamenté no tener la costumbre de llevar un espejito en la cartera.

martes, 3 de marzo de 2009

Cuando el diablo mete la cola

Soy el diablo de Humahuaca… El talco se cuela por los rincones más insólitos. Su perfume cubre el olor a sudor, a lágrimas, a alcohol, mientras la albaca pende de una oreja llamando a la soltería desaforada. Nadie resiste a mi tentación… El sol raja la tarde endiablada, los pañuelos flamean en el cielo, la alegría, el baile, los colores, la espuma, el agua florecen en un carnaval atolondrado. En mi quena hay un gualicho… Las cajas de las copleras resuenan en la quebrada y mientras el grito despiadado levanta la polvareda, los pies y los galopes del corazón, la pacha espera impaciente en el misterio del cerro rabioso. Allá vamos cuando el sol se esconde, chorreando vino, saltos, cantos y Los Alegres de Humahuaca, vamos con la comparsa ay viditaiii. Entonces el diablo es desenterrado y la Madre Tierra es adoración: chicha, hojas de coca, talco, tabaco, alcohol y más alcohol… son las ofrendas que recibe antes de escuchar los uno, dos, tres disparos. Y salen los diablitos enmascarados, bailando y bailando y ayyy viditaiii. Una semana después habrá que enterrarlo. Pero yo me resisto. Lo dejo suelto nomás. Lo dejo meter la cola al intruso… hay un gualicho para las duras de corazón. Ya veré si el año que viene tengo ganas de volver a enterrarlo.